Cuando ocurrió el crimen, en el negocio El Faro, entre las esquinas de Miguelacho a Peligro, en La Candelaria, estaba el panadero encargado de iniciar la elaboración de los panes para la venta a algunos restaurantes que trabajan las órdenes por pedidos y el de la venta general al público
El cadáver del comerciante portugués, José Correia, de 77 años de edad, quedó tendido en el baño de su negocio, la panadería El Faro, entre las esquinas de Miguelacho a Peligro, en La Candelaria, municipio Libertador de Caracas.
Fue sometido por dos delincuentes cuando abría una reja que permite el acceso al local que aún permanecía con las santamarías abajo. Eran las 6:20 de la mañana ayer, aproximadamente.
La víctima siempre llegaba puntualmente para abrir el negocio donde ya se encontraban algunos trabajadores, entre ellos el panadero que se encerró en un área interna al escuchar los ruidos.
Los atracadores no estuvieron mucho tiempo en la panadería. Sometieron al septuagenario a quien llevaron a la oficina en busca de dinero. Lograron sustraer algo de la caja registradora e intentaron violentar otra donde presumían escondía buena parte del botín. Sin embargo, a él no le quitaron la cartera donde tenía algo de efectivo.
Aún se desconocen los motivos por los cuales le dispararon. Lo cierto es que el comerciante fue hallado en el baño del negocio con al menos dos heridas de bala. Luego de ejecutarlo, los criminales escaparon por la misma reja donde minutos antes asechaban a su víctima.
Cuando ocurrió el crimen, en el negocio estaba el panadero encargado de iniciar la elaboración de los panes para la venta a algunos restaurantes que trabajan las órdenes por pedidos y el de la venta general al público. Este fue quien pidió ayuda pero su patrono ya estaba muerto.
El crimen ocurrió a media cuadra de una carpa de la GNB. Estos fueron los primeros funcionarios en llegar, aunque su aparición fue tardía porque los sujetos habían escapado, según contaron testigos, caminando.
José Correia era natural de la isla de Madeira, en Portugal. Llegó al país con 16 años y tenía 50 años primero como encargado y luego como propietario de la panadería El Faro que atendía con otros miembros de la familia.
Allegados dijeron que siempre era muy puntual con la hora de abrir. Otros vecinos, dijeron que pasaba todo el día a cargo del negocio que él mismo cerraba a las 7:00 de la noche. Vivía a una cuadra de allí, por lo que su recorrido lo hacía a pie.
Como ocurre en otros negocios de la zona, habían sido víctimas de robos, en ese y otro negocios que tiene la familia. “Esta vez fue un fatal desenlace porque no tenían porque matarlo”, dijo una pariente que contó que el comerciante tenía pensado irse definitivamente del país.
Ya había comprado su boleto aéreo para partir este viernes. Temía mucho por la inseguridad que había dejado terribles estragos en los negocios y tomó la decisión de volver a Portugal. Ahora la familia decide si trasladar o no sus restos a Madeira.
Una vecina de la zona que también es de Madeira, lloró al hablar de las noblezas de este país donde según dijo, lamentablemente se ha hecho insostenible convivir con la inseguridad. «Hay que poner una mano dura sobre Venezuela. Es un país hermoso, tengo 45 años aquí, es un país donde se podía luchar. Yo llegue muy jovencita”.
La señora que no se identifico dijo sentirse muy afectada por este hecho. “Tener que ver esto, como matan a una persona tan honorable, noble y trabajadora, hasta un hermano sacerdote tenía. Si vienes a robar el negocio roba, pero no lo mates. Tienen que agarrar a esos hombres”, comentó.
Exigieron justicia
A clamor se unieron otros vecinos que fueron saliendo de sus edificios para presencia aquella terrible escena, mientras el resto de los comerciantes de la zona cerraron sus santamarías en señal de duelo. Con sus manos, algunos elevaban pancartas y gritaban a coro “justicia, justicia”.
Samire Melero, dueña de otro negocio de La Candelaria, fue quien tuvo la iniciativa de elaborar la primera pancarta. Dijo que conocía hace muchos años a Correia y a su familia. Ellos al igual que los primeros han sufrido la calamidad de la delincuencia. “Nos están matando no hay seguridad. Aquí todos tenemos derecho. Si tú no perteneces al gobierno nadie te ayuda”, agregó.
La mujer dijo que era “increíble” la cantidad de comerciantes que han robado en esa zona. Contó que cuando los ancianos sales de cobrar su pensión en los bancos, los acorralan y los empujan hacia los negocios para atracarlos delante de ellos, pero qué podían hacer para evitarlo, si así se exponen a que les den un tiro. “Estamos en un país sin ley”.
Trancaron las calles
Cuando la furgoneta en la que subieron el cuerpo de José Correia, envuelto en sábanas blancas, abandonaba el sitio, fue rodeada por un numeroso grupo de vecinos que exigía justicia. Tras la aparatosa salida, todos se reunieron y trancando el tráfico primero frente a la panadería y luego en la esquina de Miguelacho, justo frente a la carpa de la GNB.
La protesta que comenzó a las 11:30 a.m. se extendió hasta cerca de las 2:30 de la tarde. Cada vez era mayor el número de comerciantes y vecinos de La Candelaria sumado a la manifestación. Cuando llegaron oficiales de la PNB los ánimos se caldearon, al punto que a gritos les exigieron a los del grupo antimotines retirarse.
Para bajar la tensión, otros uniformados aceptaron la petición y les sugerían abrir el tráfico que afectaba a toda La Candelaria, la avenida Urdaneta y Universidad. Les aseguraron que establecerían mesas de diálogo con las “autoridades competentes”. Ellos se negaban a abrir pues lo consideraban un engaño.
Más tarde, un yerno de la víctima llegó al sitio y les pidió a todos cesar con la tranca. Fue cuando abrieron el paso, previo acuerdo con los uniformados de llegar reunirse para tomar medidas en contra de la delincuencia. Para ese momento en el lugar se encontraban funcionarios de la PNB, GNB y de la Guardia del Pueblo.
AA