En el secuestro-homicidio y posterior desmembramiento de José Enrique Maia Sardinha, de 38 años, los cuerpos de seguridad han determinado la particpación de al menos dos choferes de la Distribuidora Maia
Caracas (Especial/AA).- Ayer se cumplió una semana del hallazgo de la cabeza y manos del comerciante José Enrique Maia Sardinha, de 38 años, en un sector de San Martín. El secuestrado, quien fue ejecutado y descuartizado por una banda criminal que le puso precio a su vida, estuvo cuatro días en cautiverio y ahora, tras su muerte, se desconoce el paradero de los homicidas.
La investigación por este hecho la inició el Grupo Anti Extorsión y Secuestro (GAES) de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB). Sin embargo, cuando localizaron parte de sus restos y se determinó que pertenecían a Maia Sardinha, se inició una investigación en la División contra Homicidos del Cicpc. Ambas permiten presumir que los homicidas, plenamente identificados, pudieron haber huído hacia Colombia.
“El Enano” es uno
de los criminales
El analisis de los cruces de llamadas fueron determinantes para llegar a este grupo delictivo. También fue posible establecer la presunta participación de dos choferes de la empresa de la víctima, la distribuidora Maia, dedicada a surtir pan árabe en grandes cadenas de supermercados.
El un apartamento del edificio Casanova, en la calle Los Cerritos, Bello Monte, la GNB ubicó el domicilio de uno de los supuestos responsables del asesinato, Jean Franco Salas Zambrano, de 31 años de edad, conocido como “El Enano”.
Este hombre que laboraba como barman en un bar restaurante de El Paraíso, habría sido uno de los brazos ejecutores del plagio y asesinato del comerciante. Los funcionarios llegaron a su inmueble, siguiendo los rastros de un número teléfonico que aparecía a nombre de su cuñada, pero una vez en el sitio se estableció la relación con el sujeto.
El número que se vinculaba por telefonía estaba en poder de Lorbeth Merentes, de 18 años, sobrino de la pareja de Jean Franco Salas, quien además labora para la Distribuidora Maia. Sin embargo, la policía no ha establecido alguna relación directa del Merentes con el hecho.
Salas además, tenía una estrecha relación de amistad con Gilberto Eduardo Mora, residente del sector Plan de Manzano, en la carretera vieja Caracas-La Guaira y chofer de la empresa de la víctima, quien presuntamente también esta siendo requerido por el crimen.
Los otros dos investigados son Nidio José Quiroz Villalobos (26), albañil y residente de Plan de Manzano; y Jose Antonio Arias Rondón. Este último también era trabajador de la empresa de distribución.
Lo estaban esperando
Jose Enrique Maia Sardinha fue secuestrado a las 4:30 de la madrugada del 8 de julio, cuando llegó a cargar mercancía en el panadería El Arabito, en la calle Colombia de Catia. En la empresa laboran 10 empleados, pero esa mañana solo lo compañaban tres.
Tres delincuentes los sometieron y golpearon a dos de los trabajadores para llevarse a Maia Sardinha, a quien sujetaron por el cuello y apuntaron en la cabeza, mientras lo obligaban a subir a un vehículo que tripulaban los plagiarios.
Los antisociales golpearon a dos de los choferes. Les dieron con las armas en la cabeza, mientras les dictaban órdenes de lanzarse al suelo y de no verles la cara. Les aseguraron que de llamar a la policía los matarían. Se marcharon con la víctima a la que se llevaron con rumbo desconocido.
Del celular de José Enrique Maía, llamaron a su esposa a la que le permitieron escuchar cuando su pareja le decía “Cristi, Cristi, estoy secuestrado”. De inmediato, uno los hombres pasó a la línea y le indicó que debía cancelar una alta suma de dinero a cambio de la vida y libertad de su marido. No voliveron a llamarla.
Tras esa llamada, hubo otras comunicaciones, pero esta vez al teléfono de un hermano de Maia, quien además en su socio en los negocios de la familia. Lo llamaron a su teléfono a las 9:00am y le dijeron que debía cancelar una suma de dinero. “Sabes que tengo a tu hermano. No te vuelvas loco. Esto es un hecho de secuestro en combinación con la PTJ y la delincuencia organizada”, le dijo una voz masculina. El pidió que volvieran a comunicarse más tarde, para tratar de reunir el dinero.
El calvario de
un secuestrado
El miércoles 9 de julio, los plagiarios llamaron en cuatro oportunidades. En la primera, la familia pidió una fe de vida, le ofrecieron enviarles un dedo de la víctima, pero no lo aceptaron.
Al iniciar la negociación, los parientes les ofrecieron una suma mucho menor de la que exigian pero estos tampoco la aceptaron, asegurando que en el secuestro habían participado 10 personas, dos de estas como informantes y que eso no alcanzaba para pagarles a todos.
En una segunda llamada, los plagiarios les dijeron que debían empeñar sus bienes y negocios para reunir la mitad del dinero que inicialmente les pedían, pero aún la suma era muy elevada. Prometieron una fe de vida que llegó en la tercera llamada, cuando les permitieron escuchar la voz de Jose Enrique Maia en una grabación.
En aquellas breve palabras, el secuestrado les pedía que empeñaran los carros y las motos. Solicitó a su hermano que hicieran lo que tuvieran que hacer porque si no pagaban el rescate lo matarían. También les suplicaba que desaparecieran los videos de la empresa que a través de las cámaras de seguridad captaron las imágenes del secuestro.
Ultimátum de
los plagiarios
El delincuente que habló en esa y las anteriores llamadas, esta vez se identificó como “El Fresa”. Le dijo que José Enrique Maia le había asegurado que empeñando sus bienes, podían reunir la mitad del dinero. Le dió un lapso de un día, volvería a llamar el viernes.
El viernes, “El Fresa” llamó de nuevo, está vez en un tono más agresivo. El hermano de Maia le aseguró que no tenían cómo reunir esa suma que pedían, aunque fuera la mitad, porque los bienes estaban a nombre de José Enrique . Estando ausente, era imposible negociarlos.
El secuestrador enfurecido le aseguró que sería responsable de la muerte de su hermano. Amenazó con matarlo a él también y con secuestrar a otros miembros de su familia si no tenía en dinero en sus manos ese mismo día. Él les respondió que solo podían darle lo que había reunido en tres días de trabajo que cuando mucho solo era el 6% de los que querían.
Hubo una nueva llamada, esta vez de otro hombre que se identificó como jefe del primero. Le dijo que necesitaba “salir de eso ese mismo día”, luego le dijo que llamaría más tarde. No volvieron a comunicarse.
Lo mataron
La mañana del sábado 12 de julio, las manos y la cabeza de una persona fueron arrojadas desde el puente de la autopista Francisco Fajardo que pasa sobre el mercado de San Martín. Cayeron en la calle Nueva Granada, donde transeúntes las vieron y llamaron a la policía.
El lunes familiares de José Enrique Maia, reconocieron que los restos pertenecían al comerciante. La policía desconoce por qué los plagiarios le quitaron la vida, pero presumen que tal vez, Maia pudo reconocer a alguno de los hombres que lo mantenían en cautiverio.
El dato
La policía científica maneja al menos cuatro nombres de los presuntos responsables. Otros están identificados por apodos. Tramitan las órdenes de captura en su contra