En una semana acontecen dos hechos políticos que tienen su epicentro en la mera élite imperial: por un lado, quien está a la cabeza visible del cenáculo estadounidense, Barack Obama, aparece aprobando un giro crucial en la política yanqui hacia Cuba y, por otro lado, procede a refrendar una ley sancionatoria en contra de Venezuela; cualquiera diría, que estamos en presencia remozada de la “política del garrote y la zanahoria”, sólo que ahora tienden a instrumentarla como en el juego de billar con esas jugadas que se hacen con piquete al revés.
Fracaso del asedio anticubano
Sí, en el caso cubano, hemos sido testigos de una decisión que lucía impensable, hasta el momento mismo en que fue anunciada, para la inmensa mayoría de los contemporáneos que habitamos el planeta, la potencia norteña da por concluida la política de rigidez que durante más de 5 décadas mantuvo con relación al gobierno y pueblo cubanos, reconociendo de paso, en la voz del propio presidente Obama, la ineficacia y fracaso de la misma; Cuba, a pesar del terrible bloqueo económico, tecnológico, cultural y al asedio político y militar, al que ha estado sometida por capricho de sus vecinos, ha sabido mantenerse con dignidad, defendiendo su independencia nacional y su soberanía como pueblo.
A comienzos de los años sesenta, cuando recién se iniciaba la revolución liderada por Fidel y el Che, Cuba fue sometida al asedio más implacable por parte de una nación imperialista, que como los Estados Unidos de Norteamérica, no aceptaba la decisión de los cubanos de rescatar su independencia mancillada y sus recursos naturales; razones suficientes para que fuera invadida por un ejército mercenario armado por los yanquis, (Invasión de Bahía de Cochinos), para que fuese excluida del seno de las naciones hermanas del continente y para que fuese sometida al rigor de un bloqueo económico de tal magnitud que le imposibilitaba mantener relaciones comerciales con cualquier país, so pena, éste, de ser sometido a duras sanciones; además del sabotaje a la producción, la propagación de incendios a las siembras, la impregnación de virus en el ambiente, el cerco comunicacional, etc.; situación que conllevó a los cubanos, en el marco de la Guerra Fría, a buscar, y conseguir, el apoyo y solidaridad de los países del Bloque Socialista, liderado por la Unión Soviética.
Con el derrumbe del Bloque Socialista, a comienzos de los años noventa, los yanquis calcularon que la derrota y caída de la revolución cubana era inminente, pero valoraron pesimamente la conducción y calidad de la dirección revolucionaria y la conciencia crítica del pueblo cubano que han sabido resistir a lo largo de estos últimos 20 años con tal firmeza y dignidad, que, realmente, quienes lucen aislados y desprestigiados ante el mundo, a pesar de su inmenso pero inútil poderío, son los soberbios y prepotentes yanquis (la última votación en la Asamblea General de las Naciones Unidas, condenando el bloqueo estadounidense a Cuba, fue muy elocuente al respecto).
Acuerdo de mutuo respeto
Es así como se logra establecer un acuerdo entre los dos países, en los términos de mutuo respeto que siempre exigió la dirección cubana; acuerdo, anunciado simultáneamente y por separado por los dos Presidentes, Raúl Castro y Obama, que, como, ambos, reconocen fue propiciado por el Papa Francisco y discutido secretamente durante 18 meses. En él se contempla el restablecimiento de las Relaciones Diplomáticas, el progresivo desbloqueo (que debe ser aprobado por un Congreso que le es adverso a Obama), sustraer a Cuba de la lista de países terroristas y la inminente libertad de los antiterroristas cubanos presos en EE. UU. y de los espías estadounidenses encarcelados en Cuba. Triunfo claro y contundente de la revolución cubana.
Ley injerencista e irrespetuosa
En contrapartida con la anunciada distensión político-económica dirigida hacia la hermana República de Cuba, apenas dos días después, Obama, firma la ley que había sido aprobada, previamente, por las dos Cámaras del Congreso estadounidense con la que se pretende sancionar a funcionarios del gobierno venezolano bajo el argumento de que mantuvieron una práctica violatoria de los derechos humanos en los momentos en que intentaban contener las “pacíficas manifestaciones estudiantiles” llevadas a efecto durante el primer semestre del año en curso; tamaña fórmula injerencista por demás irrespetuosa es totalmente inaceptable para la dignidad de la nación y del pueblo bolivariano, que tiene en la CRBV el más irrebatible y doctrinario escudo de defensa de los derechos y dignidad humana.
Qué cachaza la de estos gringos, hablar, precisamente, de derechos humanos el país que invade naciones, desarrolla guerras a capricho, derroca gobiernos, asesina líderes, reprime a su propio pueblo como lo acontecido en Ferguson, Missouri, coacciona países a través de la presión económica, tortura a mansalva como lo evidencia el reciente informe presentado ante su mismo Senado, desconoce las múltiples resoluciones de las Naciones Unidas que le son adversas, etc. Con todo este hándicap pretende erigirse en modelo para el resto del mundo.
Los piquetes al revés
Al parecer, el propósito yanqui, su piquete al revés, con la distensión con relación a Cuba, es pretender socavar las bases de la sociedad cubana ya no por la vía del sabotaje y del acoso directo sino haciendo uso de las armas que le brinda la penetración económica y cultural; en ese sentido habría que decirles que aprendan a mirarse en los espejos imbatibles de China y Vietnam. Y en nuestro caso, el venezolano, con la crispación de las relaciones pretenden darle aliento a una oposición que cada vez luce más inepta para asumirse como alternativa al Proyecto de País diseñado por Chávez y, ahora, conducido certeramente por Nicolás Maduro. Al cabo de 200 años de injerencismo le hemos encontrado la caída al imperialismo: la toma de conciencia bolivariana de nuestro pueblo, por ello somos y seremos imbatibles.
NOTAS PARALELAS
Miguel Ugas