Cumple 85 años y espera estrenar su más reciente película, “La planta insolente”, una encomienda del comandante Chávez
A sus 85 años de edad, Román Chalbaud asegura no tenerle miedo a nada. No sintió miedo a la crítica cuando estrenó su primera película, Caín adolescente en 1955, aún sin tener conocimientos de dirección, y mucho menos lo sintió a lo largo de su vida. Ni cuando estuvo preso cuatro meses durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez ni cuando un hombre en Estados Unidos casi lo mata mientras intentaba robarlo. Ahora, cuando le faltan 15 años para cumplir su primer siglo, espera ver el estreno de su más reciente película, La planta insolente, donde plasma partes de la historia del general Cipriano Castro.
Una encomienda
–¿Es cierto qué es una encomienda de Chávez?
–Si, él me lo pidió, tras el estreno de mi filme Zamora, tierra y hombres libres, en la noche de aquel 18 de septiembre de 2009, en el teatro Teresa Carreño. Faltan unos detallitos de post producción y se hará la respectiva programación para su estreno. Es mi gran proyecto. Los efectos digitales los mandamos a hacer en Buenos Aires, Argentina. Es una película muy cara, muy buena, con un guion estupendo de Luis Britto García, excelente escritor. También estoy trabajando en una serie de ocho capítulos para televisión que se llamará En clave de fuga, sobre la fuga del Cuartel San Carlos, de los años 70, y también en el proyecto Corazón llanero, con la Villa del Cine, donde trabajo.
Nació para el cine
Cuando tiene en su haber 23 películas y otros tantos textos teatrales, él, nacido el 10 de octubre de 1931 en Mérida, admite que es un autodidacta. “No estudié nunca cine. No era viable. Cuando dirigí por primera vez lo hice muy seguro, sabía dónde iba a poner la cámara porque yo nací para esto. Mi abuela me llevaba al cine desde los siete años. Ella leía mucha literatura y me enseñó que los cineastas deben leer mucho. Entonces leí muchos libros sobre cine, pero no estudié nunca. Eran los años 40, cuando no existía la televisión y mucho menos las escuelas de cine. Después de que me quebraran en física, química y matemática, mamá me consiguió un trabajo de “office boy” y, cuando se hacían las cuatro de la tarde, me iba a Bolívar Films a ver las filmaciones. En los 50 logré ser el asistente de las dos películas que hizo Víctor Urruchúa con Bolívar Films y allí aprendí muchísimo. “Ese maestro rodó los filmes Seis meses de vida y Luz en el páramo. Yo aprendí el cine con la práctica, nada de planteamientos teóricos. Y me quedé en el cine porque era muy malo con las matemáticas, la química y la física”.
El presupuesto
–¿Cuál era el mayor obstáculo para el cine de esa época?
–Lo más complicado era conseguir el presupuesto (incluso lo mínimo) para una película. Cuando Mauricio Walerstein dirigió Cuando quiero llorar no lloro, el Estado no daba dinero para hacer cine. Luego me tocó filmar La quema de Judas. Ambas fueron grandes éxitos en taquilla. Fue desde ese entonces cuando el Estado comenzó a apoyar el cine. Vino una legislación, que todos los cineastas hemos apoyado, la cual ha sido revisada y ahí está el Centro Nacional Autónomo de Cinematografía que apuntala los proyectos de todos los creadores, gracias a que ha sido muy bien conducida por sus gerentes.
El cine actual
Para Chalbaud, el cine criollo va por muy buen camino y en las regiones hay tanto talento -afirma- que si postulan las películas a un concurso, es muy difícil decidirse por una. Apostarle a Venezuela es para él la mejor decisión. “En todo el país hay jóvenes cineastas que asombran a cualquiera. Los jóvenes son los que tienen el derecho y el deber de hacer mejor cine que el que hicimos nosotros. Antes no había quien lo educara a uno y ahora hay clases, hay escuelas. En Mérida, especialmente, hay mucho talento”.
Crisis eterna
–¿Le apuesta a la creación en tiempos de guerra económica?
–Siempre ha habido crisis y, en Venezuela, ésta es provocada. Las grandes obras de arte siempre se hacen cuando hay más problemas, que son los que siempre nos invitan a crear. Uno no le debe tener miedo a hablar de la realidad. Bien lo señaló Antón Chejov cuando dijo: “habla de tu parroquia y serás universal”.
Office boy que creció
Chalbaud comenta que el abecé del teatro lo aprendió en el Liceo Fermín Toro, gracias al inmigrante español Alberto de Paz y Mateos, durante los años 40. “Yo no quise realizar ninguna actividad deportiva y elegí al teatro, sin saber lo que pasaría o haría después, como autor y director. También, durante varios años, ejercí el periodismo en Últimas Noticias y El Nacional, como columnista de cine y articulista. Tengo, pues, mi historia como periodista”.Como Buñuel, dice: «Soy ateo, gracias a Dios», y agrega, «Yo creo en la vida… No tengo ningún problema con la muerte. Yo sé que me voy a morir algún día. El otro día dije: ‘Yo creo que me voy a morir a los 87. No le tengo miedo, es una cosa natural. Mi mamá, Alicia Quintero, murió casi a los 100 años», dice mitad en broma, mitad en serio.
Su producción teatral pasó la veintena de textos y la más reciente es Bingo. Está terminando dos piezas: Los espíritus animales y El garaje. «Yo siempre he empezado las obras sin saber lo que va a pasar al final, no planifico la obra y nunca sé cómo va a terminar y para mí es interesante porque yo mismo me lo pregunto y ellos mismos me van dictando. Mis piezas siempre comienzan por personajes que yo invento o copio de la realidad, y mezclo unos con otros», señala.
Filmografía
Román Chalbaud comenzó su carrera como director de cine a los 28 años y ahora, cuando está culminando La planta insolente, hay que recordar que antes entregó: Días de poder (2011), Zamora, tierra y hombres libres (2009), El Caracazo (2005), Pandemónium, la capital del infierno (1997), El corazón de las tinieblas (1990), Cuchillos de fuego (1989), La oveja negra (1987), Manon (1986), Ratón de ferretería (1985), Cangrejo II (1984), La gata borracha (1983), Cangrejo (1982), Bodas de papel (1979), El rebaño de los ángeles (1979), Carmen, la que contaba 16 años (1978), El pez que fuma (1977), Sagrado y obsceno (1975), La quema de Judas (1974), Cuentos para mayores (1963) y Caín adolescente (1959).
E.A. Moreno-Uribe