La compleja circunstancia fronteriza debe abordarse con soluciones igualmente complejas y que aborden con conocimiento y respeto la cotidianidad de quienes allí viven
La noticia de los últimos días ha sido sin duda el Estado de Excepción implementado por el gobierno nacional en municipios fronterizos con Colombia. El aspecto humano de lo que allí sucede, ha llamado la atención de la opinión pública internacional.
Se trata de una de las fronteras más calientes del continente y esto, como tal, tiene un doble matiz que va acompañado de muchas cosas buenas y otras tantas malas.
La confraternidad entre ambos lados de la línea limítrofe ya es proverbial. De uno y de otro país se cruza al contrario por trabajo, comercio, vínculos familiares y otra serie de factores que generan vínculos robustos.
Pero también se sabe de los graves episodios de vieja data que suceden en el lugar: desde contrabando hasta violencia, que mortifican la cotidianidad de los habitantes de uno y otro lado.
¿Qué si los gobiernos de ambas naciones debían tomar medidas al respecto? Sí, sin duda. ¿Que si la frontera estaba abandonada y a la buena de Dios? También, y esto es queja cotidiana de sus habitantes.
Lo que sucede en el lugar no es nada nuevo, y muchos de los fenómenos negativos los arrastramos desde hace muchos años. Que han empeorado con el tiempo tampoco es un secreto.
Había que tomar acciones. Complejas, complicadas, polémicas. Sin duda alguna. Pero, ¿se tomaron las correctas, las adecuadas, las convenientes?
Como dijimos al principio, el asunto humano ha llamado la atención de la opinión pública internacional. Ya son conocidos de muchos lectores y televidentes los casos de familias separadas a ambos lados de la frontera cerrada, los venezolanos varados en Colombia, los problemas de salud de quienes viven en un sitio y reciben tratamiento en otro.
En conclusión, la compleja circunstancia fronteriza debe abordarse con soluciones igualmente complejas y que aborden con conocimiento y respeto la cotidianidad de quienes allí viven.
No se puede dudar que las medidas de los últimos días hayan puesto un parado a algunas de las circunstancias inaceptables que se dan en la cotidianidad fronteriza. Pero esto no se puede hacer al costo de generar otros problemas nuevos y menos aún de crear molestias a la gente trabajadora que hace vida en la región.
¿Soluciones? Las hay, y muchas. La sensibilización ante el asunto que se ha generado por lo que reflejan los medios ha conseguido que importantes personalidades e instituciones se pongan a la orden para mediar y facilitar respuestas que contribuyan a aliviar los problemas fronterizos sin que haya un costo para los habitantes del sitio.
Esperamos que las oportunidades para encontrar soluciones a los problemas reales que allí existen, sean aprovechadas; porque están sobre la mesa. Y tenemos la certeza de que no hay razón para que el atajar determinadas irregularidades signifique irremediablemente la creación de otros contratiempos.
En el espíritu bolivariano está el acercamiento fraternal con la nación vecina que comparte con nosotros el mismo Libertador. Este debe ser el tono y el norte para los encuentros por venir y las soluciones por edificarse. La frontera colombo-venezolana es una gran oportunidad de bienestar y progreso para ambos países.
FARC y paz
El cese el fuego unilateral de las FARC ha sido violado tres veces en cinco semanas, una de ellas reconocida por el grupo, y hay otras acciones armadas que requieren verificación, según un informe del Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos (Cerac), el cual destacó que el hecho reconocido por las FARC es el asesinato, el pasado 3 de agosto, de un líder de los afrodescendientes en Tumaco en el departamento de Nariño, suroeste de Colombia.
La información señaló que “efectivamente unidades de la Columna Móvil Daniel Aldana se encuentran comprometidas en la comisión de tan condenable acto”, y que hechos como este “contradicen la política de las FARC sobre el comportamiento con la población civil y el respeto a las comunidades étnicas”
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David Uzcátegui