Entre 40 y 55 % de las tumbas han sido profanadas, para saciar la demanda de huesos humanos que son vendidos en el mercado negro
El pasado 26 de junio, un hombre observó lo que parecía ser el brazo de una persona salir de una tumba en el Cementerio General del Sur. Al acercarse comprobó lo que se temía: el cuerpo de una mujer se encontraba desnudo y con evidentes signos de violencia, puñaladas y golpes, por lo que alertó a las autoridades sobre el hecho.
Varias horas después, el cadáver fue identificado como Yusmary Carolina Rodríguez Alvia, de 30 años, quien desde que tenía 13 había abandonado a su familia y se mantenía en una intermitente situación de calle. Dejó cuatro hijos, de 14, 12, 3 y 2 años, quienes hoy viven con familiares.
Yusmary, la más reciente víctima de la inseguridad en el Cementerio General del Sur, era una de las residentes del camposanto, quien lo había hecho su hogar y al igual que unas 60 personas convirtió mausoleos y panteones en hogares tras quedar en la calle.
A pesar de que las autoridades del cementerio realizaron hace dos meses el desalojo de las personas que residen ilegalmente en nichos y panteones, el tema de la inseguridad no ha dejado de afectar a los usuarios del camposanto caraqueño y alegan mantener una lucha contra los profanadores.
La profanación de las tumbas y robo de los cadáveres para alimentar la creciente demanda de huesos humanos para negocios religiosos, es otro de los dolores de cabeza de la directiva. Cálculos realizados establecen que entre 40 y 55 % de las sepulturas han sido profanadas.
“El gran problema es que tenemos un espacio que mide más de 246 hectáreas, que colinda con parte de la parroquia Santa Rosalía, con la zona comercial de El Cementerio, así como con los barrios Los Castaños, Los Cármenes, Los Sin Techo, Primero de Mayo, Los Alpes, El León, Santa Elena y Las Quintas, además que tiene una extensa zona limítrofe que da hacia la Cota 905, lo que convierte al cementerio en el área ideal para que muchos delincuentes se escondan o usen la zona para evadir cercos policiales”, indicó una fuente que pidió ser mantenida en reserva.
Agregó que en los últimos dos meses se ha evidenciado una disminución en el número de delitos perpetrados en el cementerio, debido a la creación de un grupo de tareas integrado por la Guardia Nacional Bolivariana, la Policía Nacional Bolivariana y Policaracas, encargado de mantener a raya a la delincuencia con labores de patrullaje permanente.
Sin embargo, los usuarios aseguran que la inseguridad se mantiene. Ana Rodríguez indicó que cada día es más difícil ver a deudos arreglando tumbas, o llevando flores. “Antes, eso era algo normal, hoy la gente prefiere evitarse el mal rato de ser asaltado”.
(Con información de Carlos D’Hoy/eluniversal.com)