José Gregorio González Márquez
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La decisión tomada el pasado jueves por la Organización de las Naciones Unidas, al reconocer a Palestina como un estado observador no miembro de ese organismo, constituye un hito histórico. El pueblo palestino que por décadas ha sido atacado de manera inmisericorde por Israel, hoy reafirma su derecho a la autodeterminación, a la independencia y a su conciencia de vivir en libertad. Los ataques recientes a la franja de Gaza y en el que murieron mujeres, jóvenes, ancianos y niños, forman parte de la política de exterminio aplicada por el gobierno israelita para borrar todo vestigio de vida palestina en el medio oriente.
Por años se desconoció la autonomía palestina. Ni siquiera el sufrimiento vivido a lo largo de la historia o el holocausto judío ideado por Hitler, fomentaron el respeto y la tolerancia para con sus semejantes. Al contrario, aplican con más ahínco el terrorismo. Sus ataques exterminan paulatinamente la población. La guerra no declarada contra los civiles, lleva miles de muertos; el gobierno israelí aplica un genocidio envolvente. Siempre apoyado por la Casa Blanca y los perros de la guerra, asesinan sin contemplaciones a quienes consideran sus enemigos. Jugar a la guerra, desestabilizar al mundo árabe es prioridad para el capitalismo y sus seguidores.
El reconocimiento de Palestina como un estado soberano, es una clara demostración del apoyo que tiene en el mundo. La legitimidad de su lucha se centra ahora en reconquistar los territorios ocupados e imponer el estado de derecho para el pleno goce de su soberanía. La ocupación debe llegar a su fin y por supuesto, los bombardeos al suelo palestino.
Una nueva era se abre para la causa palestina. A partir de ahora, se hace necesario que Israel respete las resoluciones de la ONU para lograr un ambiente de paz; de manera que se acabe la guerra y con ella el exterminio que por años sufren los palestinos. No será fácil adelantar el proceso pues Israel insiste en desconocer la autonomía palestina. Sin embargo, las bases se cimientan en el reconocimiento de la mayor parte de las naciones del mundo.