Hombres armados mataron el sábado a seis personas en el norte de Irak al allanar dos viviendas, otra muestra de violencia en un mes especialmente cruento.
La Policía provincial describió los asesinatos en Mosul como «ataques terroristas». Siguen investigando por qué los asaltantes entraron en las viviendas y mataron a un hombre, su esposa y otras dos personas en el primer ataque y a otros dos hombres en el segundo.
Los ataques han aumentado en las últimas semanas, con casi 200 personas muertas desde principios de agosto. El jueves, una ola de asaltos en todo el país causó por lo menos 93 muertos y muchos más heridos. Fue el segundo día más mortífero en Irak desde que las fuerzas estadounidenses salieron del país en diciembre.
La violencia ha disminuido desde su peor momento entre 2005 y 2008, pero los homicidios siguen siendo una ocurrencia común. La rama de Al-Qaida en Irak dijo que piensa recuperar zonas que controló antes de que Estados Unidos y sus aliados desalojaran a los insurgentes.
Un funcionario del depósito de cadáveres confirmó el número de bajas. Los funcionarios hablaron a condición de anonimato por no estar autorizados a facilitar información a los periodistas.
Mosul fue otrora un reducto de al-Qaida. Se encuentra a unos 360 kilómetros (225 millas) al norte de Bagdad.
Igualmente el sábado, un grupo de exiliados iraníes anunció que piensa trasladar a 400 residentes desde un campamento de refugiados en el norte de Irak a otro en las afueras de Bagdad.
El grupo, la Organización Popular Muyahedín de Irán, trasladó ya a unos 2.000 de sus residentes desde Camp Ashraf en el norte de Irak al campamento Hurriya, una antigua base militar estadounidense. No hizo caso a un plazo del 20 de julio para trasladar a los otros 1.200 restantes, indicando que desea recibir pruebas de mejores instalaciones en la base.