Objeto de nuestra atención en anteriores ocasiones, la recientemente concluida Feria del Libro de Caracas deparó otros títulos de Jorge Giordani. Sumados a los ya consabidos sobre la transición, hallamos “Impresiones de lo cotidiano” correspondientes a 2009, 2010 y 2011.
Además de la importancia que cobra el autor como el ministro más durarero e influyente, suerte de Pepe Grillo que susurra en el (sub) consciente de Chávez Frías, según nos refiere el profesor Jonathan Benavides, es uno de sus pocos partidarios que dejan constancia de una reflexión escrita y distinta al panfleto que también se ha hecho hábito entre los suyos, cuando se atreven. El titular de un despacho tan complejo y fatigante como el de Planificación y Finanzas, afortunadamente ha dispuesto del tiempo necesario para escribir, aventajado – valga la sagacidad – por un acceso privilegiado a la información y el inmediato auxilio de los técnicos.
Avalado por una interesante trayectoria académica, quizá nunca se imaginó con tan graves responsabilidades de Estado. Experimentado sobreviviente en un gabinete que ha superado la centena de integrantes en más de una década, calificó de “escoria” a los parlamentarios de la oposición como el mejor argumento frente a sus interrogaciones, devenida fórmula magistral del atornillamiento burocrático.
Recordemos, transitamos la llamada V Internacional por decreto, a pesar las escasas definiciones y demás aventuras teóricas que digan autorizarla, como ocurrió con las anteriores. Contraste que añade a Trotsky, pues, por más limitada que haya sido la asistencia al acto inaugural, fundó la IV Internacional en el marco de unas propuestas que la diferenciaban de la maquinaria stalinista.
Los apuntes ministeriales dicen un poco más que las Memorias y Cuentas del despacho que, por adicional ventaja, gozan de la calculada neutralización de una discusión que ni propia Asamblea Nacional escenifica, a menos que se tenga por tal el ahora distante espectáculo de una comparecencia a las sesiones plenarias. Luego, no hay interlocución alguna en torno a cifras y supuestos reñidos con la realidad que nos agobia, como – es necesario reconocerlo – acaecía décadas atrás: entonces, ¿por qué de la insistencia bibliográfica?
Creemos que Giordani desea a todo evento salvar su responsabilidad histórica, promoviendo una versión que lo reivindique ante las futuras generaciones, a la par de las banderas ideológicas que enarbola. Poco importa que la inflación sea medida según la mercadería subsidiada por el Estado, o que la extraordinariamente sufragada red de Barrio Adentro diste de la atención y los servicios efectivamente prestados por el sector privado y los viejos ambulatorios públicos, pues, teniendo el sello de Vadell Hermanos como albacea, expone sus certezas sobre el incierto presente que se precipita cada vez más, atropellando al confeso propulsor del socialismo rentístico.
Siendo lo único seguro el amasijo inédito de las incertidumbres políticas, independientemente de los resultados electorales venideros, parafraseando el título de una novela digital que nos brinda Luna Liliana, el ministro Giordani reinterpreta constantemente la situación del país alfilerando una apuesta con sendas categorías de análisis que lo relevan de ofrecer todo el genuino e íntegro repertorio estadístico que los venezolanos nos merecemos. De la condena o absolución, definitiva e inapelable, quizá no lo sepa nunca.
Luis Barragán