Obama le advierte a Asad sobre no utilización de armas químicas

«Hemos comunicado en términos firmes a todos los actores en la región, que esto (el uso de armas químicas) es la línea roja para nosotros y que habría enormes consecuencias», manifestó el mandatario estadounidense

Estados Unidos avisó este lunes de que podría intervenir militarmente en Siria si se desplazan o se emplean armas químicas en el país, donde continúan los combates entre los rebeldes y las fuerzas del régimen, en especial en Alepo, la gran ciudad del norte.
Obama explicó que hasta ahora no ha ordenado una intervención militar, pero advirtió de que Estados Unidos está «monitoreando la situación cuidadosamente, y hemos elaborado diversos planes de contingencia».
«Habría enormes consecuencias si empezamos a observar movimiento de armas químicas en el frente o el uso de armas químicas (…) Eso haría cambiar mis cálculos significativamente», dijo en conferencia de prensa.
«Hemos comunicado en términos firmes a todos los actores en la región, que esto (el uso de armas químicas) es la línea roja para nosotros y que habría enormes consecuencias», manifestó el mandatario.
En París, el presidente francés, François Hollande, estimó el lunes que «no puede haber solución política si Bashar al Asad no abandona» el poder en Siria, durante un encuentro con el nuevo enviado especial de la ONU y la Liga Árabe, Lakhdar Brahimi.
La víspera, el diplomático argelino no quiso posicionarse sobre ese punto y afirmó que «lo que necesitamos es poner fin a la guerra civil y esto no va a ser simple».
El régimen de Damasco respondió diciendo que esas declaraciones son «contrarias a la realidad» y que «lo que sí hay en el terreno son crímenes terroristas contra el pueblo sirio que perpetran bandas armadas salafistas apoyadas por países conocidos».
El gobierno de Bashar al Asad suele acusar a Arabia Saudita y a Catar de entregar armas a los rebeldes, apoyados también por agentes secretos estadounidenses, británicos y alemanes, según la prensa de Alemania y el Reino Unido.
En el terreno, la fiesta musulmana de Eid el Fitr, que comenzó el domingo y durante tres días celebrará el final del Ramadán, se veía enlutada por los combates en Alepo (355 km al norte de Damasco) y en la propia capital.
Según un balance del opositor Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), este lunes murieron al menos 131 personas, entre ellas 57 civiles, 37 soldados y 37 rebeldes.
Un mes exactamente desde el inicio de la batalla de Alepo, los rebeldes llevaron este lunes los combates al centro de la ciudad, enfrentándose al ejército cerca del tribunal militar y de la sede del partido gobernante Baas, dos símbolos del régimen de Asad, según el OSDH.
Un comandante del Ejército Sirio Libre, formado por desertores y civiles armados, afirmó a la AFP que los rebeldes han «entrado y tomado el control» de sectores centrales, como son Al Tilal, Al Maadi y Jdaidé.
En la capital, mientras tanto, estallaron enfrentamientos en barrios del este y el sur, hostiles al régimen, como Jobar (este) y Tadamun (sur), según el OSDH.
Y en el sur del país, la ciudad de Herak, donde se atrincheraron insurgentes, se encuentra en una situación humanitaria catastrófica, ya que no tiene suministro de víveres ni de medicamentos, según el Consejo Nacional Sirio (CNS), la principal coalición opositora.
El ministro francés de Relaciones Exteriores, Laurent Fabius, declaró el lunes por la mañana en la radio que el conflicto le costaba a Damasco 1.000 millones de euros mensuales y que la vía financiera podía ser un arma eficaz para «estrangular» al régimen.
«Cada vez tiene menos reservas. Hemos contado que le quedaba para unos meses, salvo ayuda de Rusia e Irán. Es por ello que hay que hablar al menos con Rusia», uno de los principales aliados de Damasco, añadió.
Y mientras que los bombardeos redoblan en el norte de Siria y provocan la huida de miles de personas a Turquía, Ankara advirtió el lunes que el país, que acoge ahora a 70.000 refugiados sirios, no podría aceptar más de 100.000.
Jean-Marc Mojon / AFP

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