Para el tiempo del lanzamiento, el teléfono, con su gran pantalla sin botones, fue motivo de burla por parte de la competencia.
Boy, have we patented it!” (¡lo hemos patentado!), dijo Steve Jobs al presentar al mundo a principios de 2007 el primer iPhone. El fundador de Apple lo comentó sonriendo, pero la frase no era otra cosa que una advertencia a los competidores.
En aquel momento, el teléfono, con su gran pantalla sin botones, fue motivo de burla por parte de la competencia. Pero poco después quedó claro que sería el iPhone el que marcaría el ritmo en el sector de los smartphones. Y Jobs se puso furioso al descubrir que muchos aparatos de las otras empresas eran sospechosamente similares al iPhone.
“Es un sistema robado”, afirmó, según se señala en su biografía aparecida el año pasado. Jobs incluso llegó a amenazar con una “guerra nuclear” para destruir Android, a lo que siguieron denuncias contra las empresas fabricantes de teléfonos que lo utilizan, como Samsung, Motorola o HTC.
Éstas respondieron con sus propias demandas y se desató una auténtica guerra de patentes. Jobs murió en octubre pasado, pero su sucesor, Tim Cook, siguió adelante con la espada en alto, si bien un poco contra su voluntad.
Entretanto hay decenas de demandas y contrademandas, muchos fallos y órdenes de retirar aparatos, varios cientos de miles de dólares en pago a abogados, así como diversas limitaciones para los consumidores.
Pero, ahora, por primera vez, Apple consigue una gran victoria tras varias menores: un jurado de California consideró probado que Samsung robó numerosas patentes y le otorgó a la compañía de la manzana más de mil millones de dólares de indemnización.
En cambio, los nueve jurados descartaron todas las acusaciones contra Apple del mayor fabricante de teléfonos del mundo. Cook habló de una victoria para los valores de su compañía como originalidad e innovación.
Agencias