Sin duda que la animadversión hacia Chávez es evidente, lo cual no deja de llamar la atención, pues la derecha colombiana, si bien es muy reaccionaria, sabe administrar sus odios de manera de no enseñar sus armas, ni anticipar sus planes
Las declaraciones de Álvaro Uribe, ex abogado del capo de la droga Pablo Escobar y ex Presidente de Colombia, en una universidad de Medellín, de que no tuvo tiempo suficiente para invadir militarmente el territorio venezolano y destruir supuestas bases de la guerrilla colombiana, hablan muy claro del cinismo de este delincuente, en algún momento “hermano del alma” del presidente Chávez. Se trata de un hombre que gobernó con delincuentes como el general Santoyo Velasco, su Jefe de Seguridad, juzgado actualmente en EEUU donde confesó sus estrechos nexos con las actividades de narcotráfico de las Autodefensas Unidas de Colombia, y que viola, sin remordimientos, la soberanía territorial de sus vecinos.
Vecinos con los que no está en guerra; vecinos amigos, con quienes comparte foros regionales y mundiales, con quienes su país tiene siglos de relaciones fraternas; vecinos que comparten un mismo origen, idioma, costumbres y religión; un vecino, en nuestro caso, con el que tiene un intercambio comercial vital para su país. A ese vecino, Uribe pensaba invadir pero no le alcanzó el tiempo. Le alcanzó para invadir a Ecuador, bombardear su territorio, secuestrar nacionales de otros países en la incursión y asesinar a quienes eran sus compatriotas. Y… Se le acabó el tiempo y no pudo hacer lo mismo con Venezuela, a pesar de que ya lo tenía secretamente planeado. Ahora lo confiesa…
Declaró además, que el presidente Santos, el “nuevo mejor amigo” del presidente Chávez, conocía la realidad de la presencia de las FARC en Venezuela, pues fue Ministro de la Defensa de su gobierno. Pero va más allá, al decir que entendía la prudencia de Santos sobre el tema, pero que la sensatez era una cosa y la legitimación de la dictadura de Chávez era otra. Sin duda que la animadversión hacia Chávez es evidente, lo cual no deja de llamar la atención, pues la derecha colombiana, si bien es muy reaccionaria, sabe administrar sus odios de manera de no enseñar sus armas, ni anticipar sus planes. No en balde nos han quitado el 50 % del territorio original que teníamos y tiene planes para más.
Esas manifestaciones de Uribe corresponden a los intereses y afectos de la oligarquía que gobierna Colombia, para la cual Venezuela es una nación enemiga, a la que hay que ir controlando y desmantelando, como lo han hecho siempre y siguen haciéndolo. Esta peligrosa situación es buena la tomen en cuenta quienes simpatizan con la oposición de la MUD, donde hay sectores poderosos, que ven a Colombia como aliado en coincidencia “contra natura” con ciertos “revolucionarios”, que en forma idílica creen en la hermandad de nuestros países y colocan esta fantasía por encima de nuestros intereses. Uribe y Santos, cada uno a su manera, defienden los intereses oligárquicos neogranadinos, que son contrarios a los nuestros y a los del pueblo colombiano. Esto hay que siempre tenerlo presente.
Luis Fuenmayor Toro