EL SHOW DEBE TERMINAR. Hace exactamente una semana Venezuela amanecía con una lamentable noticia, nos despertábamos con la mayor tragedia en décadas en instalaciones petroleras a nivel mundial y con una cifra de víctimas que aumentaba con el pasar de las horas teniendo como fondo imágenes que comenzaban a mostrar tras el humo, la devastación, la soledad y el dolor de las víctimas. Es difícil explicar lo que sentimos en ese momento, nos costaba creer tanta indolencia en quienes debieron haber evitado tantas muertes y no lo hicieron. Era un sentimiento de consternación e indignación frente a lo sucedido, que se sumaba al repudio a la reacción oficial, desde el inicio muy torpe y marcada por el cinismo.
UNA TRAGEDIA COMPARADA CON UN CIRCO. Aun con una inmensa columna de humo y fuego que dejaba claro que la tragedia de Amuay no había terminado, escuchábamos en palabras del jefe de Estado que “el show debía continuar”. Como si un hecho que cobró la vida de más de cuarenta venezolanos e hirió a más de cien se trataba de un circo, donde en caso de caerse la trapecista el espectáculo debe continuar como si nada. Quizás a todos nos cause repulsión esa frase, pero a lo mejor fue un destello de sinceridad de quien en el fondo no le importa la vida de los venezolanos, sino solo su reelección. Sería una de las pocas veces que habla sin mascarás, con honestidad, asumiendo que sus intereses personales van primero.
UN GOBIERNO IRRESPONSABLE. Las investigaciones están en marcha y ojala fueran transparentes y determinen los culpables caiga quien caiga. Lamentablemente los cálculos del gobierno solo tienden a evitar costos políticos y a cuadrarse con quienes en cualquier país serio deberían ser los primeros investigados: El presidente de PDVSA y el Gerente de la refinería de Amuay. Pero como el gobierno ha hecho de lo extraordinario cotidiano, ambos solo recibieron loas y felicitaciones irresponsables del jefe de Estado, sin que aun las investigaciones determinen responsabilidades. Un hecho simbólico que habla de la necesidad del gobierno de cerrar filas con los suyos por la proximidad de las elecciones y que debe ser leído por la justicia revolucionaria como una absolución de toda causa en su contra.
DESPRECIO POR LA GENTE. Los hechos de Amuay también demostraron un enorme desprecio del presidente saliente por la gente, a quienes hasta tildó de mentirosos solo por expresar sus versiones sobre lo sucedido. Que el pueblo se exprese y denuncie es un acto de traición, locura y deslealtad en una campaña electoral, por eso el presidente repitió con tanta insistencia que el “show” debía seguir adelante.
EL INCOMPETENTE SIEMPRE CULPA A UN TERCERO. Como todo el país elevamos nuestra oración por las víctimas, enviamos nuestras sentidas condolencias a los familiares y exigimos una investigación seria de lo sucedido. Necesitamos un gobierno que no oculte su incompetencia trasladando la responsabilidad a un tercero, necesitamos un gobierno responsable de lo que hace y deja de hacer. El show debe terminar, llegó el momento de gobernar.
Brian Fincheltub
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