Le dolió, le molestó mucho a Chávez que Henrique Capriles dijera con claridad que no quería trabajadores serviles a él. Capriles desea es una masa de empleados que ayuden a construir la patria del progreso
Chávez no puede superar el hecho que la verdadera clase obrera ya no esté con él. Como estarlo, si las empresas básicas han sido administradas de forma nefasta. Con el próximo presidente de todos los venezolanos, se adelantará un plan de inversiones que permitirá su recuperación.
Al día siguiente que Capriles con vehemencia y delante de los trabajadores expresara en Guayana: “Nosotros no queremos trabajadores jalabolas, sino trabajadores que echen pa’ lante. Quiero que se sientan orgullosos de trabajar para Venezuela”. Chávez explotó con la violencia verbal a su máxima expresión.
Ver al mandatario saliente iracundo y desesperado, nos recordó al Chávez del 2002, aquel que al ritmo de pitos destituyó a los trabajadores de PDVSA.
Chávez gritaba con locura, estaba fuera de sí, en minuto y medio se regodeó llamando jalabola a Capriles hasta el cansancio. El líder rojito lucia disociado, con un rostro que expresaba gran desesperación.
Está claro que cada vez es más difícil para quien ve llegar el final de una gestión sin resultados, ocultar la cara de perdedor. La derrota rojita es inminente.
Los trabajadores venezolanos, podrán de una vez pasar la terrible página en la cual se vieron obligados a vestir de rojo, olvidarán los días en los que fueron forzados a participar en actos proselitistas; se vienen los tiempos de reconstrucción de la nación, recuperarán su autoestima y con ella la del país.
El domingo el simulacro electoral evidenció lo que en poco más de 30 días ocurrirá. La alternativa democrática llega a la elección en la mejor condición posible, con los equipos defensores del voto y movilizadores aceitados. Por su parte, el chavismo se presenta con un mucho plomo en el ala.
En la recta final de este proceso, hay que estar muy alerta. Revisar los detalles, vigilar de cerca los flancos débiles, no caer en provocaciones. Los venezolanos han adquirido una cultura electoral muy amplia, hoy pocos tienen dudas sobre el secreto del voto, por eso tiemblan los rojos, cuando el nuevo gobierno arenga a construir un país y no a entregarse ante quienes lo destruyen.
Se agotó el tiempo de Chávez, no podrán en un mes convencer a los agraviados de 14 años. El pueblo chavista que ha sido estafado, tendrá espacios en los procesos de reconstrucción nacional. La reconciliación es el camino, para eso es necesario reconocer los errores y perdonar para avanzar.
La Venezuela que queremos es aquella donde quienes gobiernen enaltezcan la función pública. Queremos funcionarios tricolores, que se deban a 28 millones de venezolanos, no solo a una parcialidad.
Felipe Elías Mujica