Habrá modificación esa, esta noche, en la alineación de la Vinotinto, que se enfrenta en Asunción a Paraguay continuando la eliminatoria suramericana para Brasil 2014. Y se espera que no solo por la suspensión de Gabriel Cichero, de allí que hablemos en plural. Se trata, desde luego, de un rival distinto a Perú. Con otras características, aunque también contando con un par de delanteros que representan un peligro latente los 90 minutos. Tampoco anda en un buen momento, pero sus jugadores tienen oficio, van «con todo en la lucha» y suelen ser duros de superar cuando juegan como locales. Técnico nuevo -Gerardo Pelusso- también podría representar algo, si bien eso lo neutralizaría la condición de local. Pero es que el partido, que se jugará a partir de las 9 (hora venezolana) en el estadio Defensores del Chaco de la capital guaraní, reviste importancia capital para ambos. Si Paraguay está urgido de puntos porque la victoria peruana del viernes le dejó en el sótano con apenas 4 unidades (las mismas de Bolivia), para la Vinotinto las cosas también están un tanto oscuras. Porque aunque su indiscutible evolución abra posibilidades reales de alcanzar el mundial, se ha detenido su avance en puntos en la eliminatoria. Después de un buen inicio, y como en la etapa anterior, la caída ante Chile complicó las cosas. Y de no sumar esta noche en Asunción, el equipo venezolano quedaría igual a cuatro años atrás, si bien es cierto -además del progreso- que la segunda vuelta da cierto margen al optimismo por la mayoría de compromisos en casa, teóricamente accesibles como son casi todos por la paridad del circuito suramericano. Por eso decimos que está contra la pared. Porque mantener el paso obliga a sumar, y con todo lo rescatable, el partido previo no es como para cantar victoria. Si se le agrega el enfrentamiento previo, en la Copa América, hay un ingrediente adicional para el morbo que acompaña el encuentro, toda vez que entonces los venezolanos salieron con el mal sabor que deja haber perdido mayores oportunidades para triunfar y caer en los penales, además de la gresca final. Las especulaciones de rigor apuntaban a Rolf Fletscher en el puesto de zaguero por la izquierda, lo que obligaría a devolver a Rosales al lateral derecho, a menos que Farías prefiera ubicar aquí a Velázquez, quien -pensamos- no tiene la velocidad suficiente para revolverse en las emergencias y Paraguay sabe explotar las bandas. Si la intención es «amarrar un punto» -como lució en Lima-, habría un solo delantero, lo que ya ha sido negativo en acoso a las salidas rivales. Pero se habla hasta de la posibilidad de que Dani Hernández vaya en el arco, de manera que será necesario esperar el anuncio oficial de Farías, que tiene razón en lo cauteloso al respecto. El quid parece estar en la media cancha. Donde hay que romper y armar juego. En particular esto último no se vio ante Perú, y los guaraníes van a aplicar la misma presión, el mismo empeño por dominar el medio campo. Es decir, volvemos sobre el imperativo de tener la pelota, de ser capaces de controlarla, de jugarla, retenerla y poder avanzar en bloque. No solo para evitar la dependencia de contragolpes y lances a balón detenido, sino para el desahogo, para dar tranquilidad a la defensa, poder armar juego y manejar la impaciencia que su posición en la tabla implica para los dueños de casa. Lo más rescatable del viernes fue el orden, la seguridad defensiva durante el primer tiempo. Pero, insistimos, eso es solo una parte del trabajo. Hay que constituirse en amenaza ofensiva (lo que hace menos complicado -y menos fatigoso- el trabajo atrás, y para ello hay que tener la pelota. Vale anotar que la Vinotinto apenas ha marcado 5 goles en la eliminatoria, la cifra más baja, que comparte con Paraguay, aunque ha recibido menos, 8 (por 12). Una muestra de la poca ofensiva, más si pensamos en los tantos productos de combinaciones. Bolivia, por debajo en la tabla, lleva 7 (por 12) y Ecuador 7, por 6. Eso sí, un punto no es poco. A la larga representa más de lo que se piensa con ligereza. Pero conseguirlo es muy difícil defendiéndose 90 minutos.