El undécimo aniversario de los atentados terroristas del 11S, los más graves de la historia de EE.UU., transcurrió hoy de forma muy sobria y dominado por los anuncios de que las autoridades cerrarán dos viejas heridas: la conclusión del museo y el aumento de la atención médica a los enfermos.
La ceremonia de recuerdo y homenaje a las 2.983 víctimas transcurrió de forma discreta y serena, con doscientas personas (en turnos de dos parejas) que leyeron los nombres de los fallecidos en orden alfabético. La lectura se interrumpió en seis ocasiones (las horas exactas en que se estrellaron los aviones y en que se derrumbaron las dos torres neoyorquinas) y se extendió durante casi cuatro horas.
Muchos de los participantes, entre los que había niños y jóvenes, no pudieron contener la emoción y hablar de sus seres queridos con la voz temblorosa o entre sollozos. «Te quiero y te recuerdo todos los días», fue el mensaje más repetido. Entre los cientos de espectadores, muchos acudieron con fotografías de sus seres queridos desaparecidos o mensajes para ellos.
El escenario fue, de nuevo, el impresionante memorial presidido por dos piscinas con caídas de agua de 10 metros en cuyo alrededor están grabados en bronce los nombres de las víctimas.
A última hora de la tarde del lunes se anunció un acuerdo entre los estados de Nueva York y Nueva Jersey y la alcaldía de la ciudad para reiniciar la construcción del museo que recordará a las víctimas, detenida casi un año por disputas sobre la financiación de las obras y el mantenimiento del centro.
El anuncio se produjo pocas horas después de que las autoridades federales de salud anunciaran que van a incluir una cincuentena de tipos de cáncer a las enfermedades que sufren habitantes de la zona, miembros de los servicios de emergencia y trabajadores que participaron en el desescombro tras los atentados.
La decisión del doctor John Howard, director del Instituto Nacional para la Seguridad y la Salud en el Trabajo, culmina una vieja reivindicación de muchos enfermos y activistas, convencidos de que ha habido muchos casos de cáncer contraído por respirar el polvo impregnado de toxinas tras el derrumbamiento de las torres.
Las torres serán sustituidas por la llamada Freedom Tower (Torre de la Libertad), cuya conclusión está prevista para dentro de dos años con un coste de unos 3.900 millones de dólares. EFE