En Washington, Nueva York y Pensilvania se celebraron ayer ceremonias que recuerdan los peores atentados terroristas en la historia de EE UU, que dejaron más de 3.000 personas muertas y heridas
WASHINGTON. El presidente de EE UU, Barack Obama, afirmó ayer en un acto conmemorativo del undécimo aniversario de los atentados terroristas del 11-S que el liderazgo de Al Qaeda “está devastado y Osama bin Laden no volverá a amenazarnos“.
El presidente y su esposa Michelle concurrieron al lugar donde se honra a las 146 personas que el 11 de septiembre de 2001 murieron cuando un avión comercial, conducido por terroristas, se estrelló contra el edificio del Pentágono, sede del Ministerio de Defensa.
En Washington, Nueva York y Pensilvania se celebraron ayer ceremonias que recuerdan los peores atentados terroristas en la historia de EE UU, que dejaron más de 3.000 personas muertas y heridas.
“No podemos imaginarnos lo que han sufrido todos estos años“, dijo Obama dirigiéndose a familiares de personas que murieron en los atentados del 11 de septiembre durante el acto en el Pentágono.
“No importa cuántos años pasen: ustedes jamás estarán solos y sus seres queridos jamás serán olvidados”, añadió.
Los atentados del 11-S lanzaron a EE UU a invadir Afganistán, donde tenía su base de operaciones Al Qaeda, en la que ha sido la guerra más prolongada en la historia estadounidense.
Obama rindió homenaje asimismo “a los más de cinco millones de estadounidenses, hombres y mujeres, que han vestido el uniforme militar en la última década”.
“Ellos han hecho todo lo que les pedimos que hicieran”, añadió el presidente, quien señaló que “la guerra en Irak ha terminado y la guerra más larga de nuestra historia estará terminada en 2014″.
El presidente de EE UU, Barack Obama, y su esposa, Michelle, guardaron un minuto de silencio en la Casa Blanca al cumplirse el undécimo aniversario de los atentados del 11-S, los peores ataques terroristas perpetrados en este país. Agencias
Homenaje
Al igual que en años anteriores, miles de personas se reunieron en el Centro Mundial de Comercio de Nueva York, frente al Pentágono de la capital estadounidense y en lo que solía ser un maizal en Shanksville, en Pensilvania, para leer los nombres y apellidos de casi 3.000 víctimas mortales que perecieron en los peores ataques terroristas de la historia estadounidense.