La campaña venezolana entró esta semana en una nueva etapa centrada en la denuncia y el escándalo, tras la presentación de un vídeo con un supuesto pago irregular a un diputado opositor, que aleja al proceso del debate político pero que los analistas no creen que afecte a la intención de voto.
A falta de tres semanas para las elecciones, analistas consultados por Efe prevén que las denuncias y acusaciones marcarán el tramo final hasta el 7 de octubre, día en el que 19 millones de venezolanos decidirán su presidente entre el mandatario, Hugo Chávez, de 58 años, y el candidato opositor, Henrique Capriles, de 40.
El pasado jueves el chavismo mostró un vídeo en el que se veía al diputado Juan Carlos Caldera, representante ante el Poder Electoral del equipo de campaña de Capriles recibiendo unos sobres con dinero.
Los seguidores del presidente, Hugo Chávez, presentaron el caso como un escándalo relacionado con el soborno -aunque no especificaron por qué ni para qué- y responsabilizaron del caso al propio Capriles pidiendo una investigación sobre la financiación de la campaña de la oposición.
El candidato opositor reaccionó de inmediato expulsando fulminantemente al diputado y asegurando que no aceptaría chantajes, mientras que Caldera afirmó que lo filmado era un pago de un empresario a su campaña personal para la alcaldía de un municipio de Caracas.
El vídeo dio continuidad a una seguidilla de denuncias del Gobierno sobre un supuesto «paquetazo» económico oculto de la oposición, desmentido hasta la saciedad por Capriles, y al anuncio de varias agrupaciones menores y políticos opositores de darle la espalda al candidato presidencial por ese plan escondido.
«Creo que vamos a estar en unas semanas signadas por hechos inesperados, sorpresivos, que causen una cierta conmoción en el ambiente político», indicó a Efe Andrés Cañizález, profesor de Comunicación Política de la Universidad Católica Andrés Bello.
Cañizález consideró que la reacción inmediata de Capriles a la denuncia hizo que «el control de daños fuera relativamente efectivo desde un punto de vista comunicacional», pero el «gran costo» que está teniendo para la oposición es que el Gobierno «le está robando la agenda».
En las últimas semanas el Gobierno debió afrontar una matanza en una prisión, la afectación de miles de personas por las lluvias en el país y sobre todo una explosión en una refinería que dejó 42 muertos. Para Cañizález esos hechos le había mantenido «a la defensiva comunicacionalmente», pero los últimos escándalos revierten esa tendencia.
En todo caso, el analista subrayó sus dudas de que puedan «marcar un punto en contra de Capriles o a favor de Chávez» entre los votantes. En el mismo sentido se manifestó Nícmer Evans, profesor de la Universidad Central de Venezuela (UCV), quien no cree que «el porcentaje de los votantes tengan algún tipo de afectación por los hechos acaecidos en las últimas semanas».
Evans indicó que este tipo de denuncias también forman parte de la dinámica de la campaña electoral y recordó que los procesos electorales «no se centran en ninguna parte del mundo en la discusión programática». En su opinión, la oposición tratará de recuperar en los próximos días viejos escándalos del Gobierno y tal vez desvelar alguno nuevo, así como sacar el tema de la enfermedad del presidente (actualmente marginado de la campaña) mientras que el oficialismo intentará alargar «el fenómeno coima-Caldera hasta lo máximo posible».
Capriles acusó esta semana a Chávez de «guerra sucia» por el vídeo y las reiteradas denuncias de supuestos paquetes ocultas, mientras que el oficialismo ha tratado de asociar al candidato opositor con la mentira y con la irresponsabilidad por no asumir obligaciones.
Para Evans no hay guerra sucia cuando una denuncia lleva nombres y apellidos, y consideró que por su contenido es «coherente» que el el vídeo aparezca en este momento.
No está de acuerdo con esa apreciación Carlos Romero, profesor de Ciencia Política de la UCV, para quien no hay duda de que se trata de una «guerra sucia» del Gobierno, ya que el vídeo fue filmado en junio y ha metido la campaña en «tendencias muy negativas» que relegan el debate político e ideológico.
Aunque Romero también coincide en que estas denuncias «no permean hacia la población y no necesariamente van a afectar las preferencias» de los votantes, ve un panorama crispado en el cierre de la campaña. «Estamos en una nueva y última etapa que se va a caracterizar básicamente por la guerra sucia, la guerra de las encuestas y el ataque final de cada uno de los comandos», pronosticó. EFE