Cada día podemos observar como el ser humano se ha vuelto insensible al dolor ajeno.
Tratamos de evitar involucrarnos en los problemas de las demás personas, así esté en nuestras manos ayudarlas.
“Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, la inmoralidad sexual, los robos, los falsos testimonios y las calumnias”·, dice Jesús en el evangelio de Mateo, capítulo 15 versículo 19.
Muchas veces nos asombramos de la maldad que existe en el mundo y de las millones de víctimas que dejan las acciones realizadas por individuos o grupos, que no se detienen ante el dolor humano.
La característica más grande de Dios es el amor y todo lo que hizo Jesucristo en la tierra, fue guiado por el amor al hombre, sin tomar en cuenta su pecado.
El corazón de Jesucristo albergó a todo aquel que necesitó de Él y de su boca sólo salían bendiciones.
En el Proverbio 21 versículo 13 de las Santas Escrituras leemos: “quién cierra sus oídos al clamor del pobre, llorará también sin nadie que le responda”.
A veces creemos que porque lo tenemos todo en la vida, nunca vamos a necesitar de los demás.
Pero debemos fijarnos a nuestro alrededor y veremos cuantas personas son infelices o no encuentran a nadie que les proporcione un amor sincero y desinteresado, a pesar de disfrutar de fama, buena posición social, poder y dinero.
“No os engañéis, Dios no puede ser burlado, pues todo lo que el hombre siembre, eso también cosechará”, leemos en el libro de Gálatas, capítulo 6 versículo 7 de la Santa Biblia.
El cristianismo no es una religión, es un estilo de vida con Jesucristo como nuestro señor y salvador.
Dios te bendiga y te guarde. Hasta el próximo encuentro con La Palabra de Dios.
La Palabra de Dios
Lic. Beatriz Martínez CNP 988
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