Cuando sube al estrado durante los actos proselitistas, el presidente venezolano Hugo Chávez no hace pareja con nadie. Bajo el sistema electoral de Venezuela, los candidatos presidenciales no eligen compañeros de fórmula, algo que no sería motivo de sorpresa ni preocupación en años normales.
Sin embargo, este año no ha sido normal. Chávez luchó contra un cáncer misterioso y la ausencia de un candidato a vicepresidente hace que muchos votantes se pregunten quién ocuparía de hecho el cargo en caso de que Chávez ganara los comicios del mes próximo pero se viera obligado a dejar la presidencia en forma prematura.
La ley venezolana, casi única en su tipo entre las naciones sudamericanas, deja la designación del vicepresidente hasta después de que el nuevo mandatario asume el cargo. No contemplaba siquiera la figura del vicepresidente sino hasta 1999, cuando se creó ese cargo en una nueva constitución impulsada por Chávez.
En sus actos de campaña, durante la contienda frente al candidato Henrique Capriles, Chávez rara vez menciona sus problemas de salud, que en los últimos 15 meses le han llevado a realizar viajes frecuentes a Cuba para someterse a tres cirugías, quimioterapia y radiaciones. A principios de mes, cuando se le preguntó sobre su salud, Chávez dijo que la última revisión, realizada en junio, mostró que estaba libre de cáncer y que el pronóstico era bueno.
No obstante, algunos simpatizantes de Chávez que piensan votar por él el 7 de octubre, reconocen una posible incertidumbre política por su salud. «¿Quién ocupará su lugar? Nadie lo sabe y eso me preocupa», dijo María Lovera, vendedora de artículos de limpieza en una calle.
«Yo amo a Chávez y quiero que él se quede en el poder por muchos años, pero confieso que muchas personas como yo tienen sospechas que no nos ha dicho toda la verdad sobre su cáncer», opinó. «Existe la posibilidad de que se enferme otra vez y de que tenga que renunciar».
Algunos dicen que la identificación de un vicepresidente desde ahora podría provocar divisiones dentro del movimiento de Chávez, en caso de que se favoreciera a una facción sobre otra. Y debido a que ninguno de los posibles candidatos de Chávez a la vicepresidencia tiene una popularidad que se acerque siquiera a la que goza el mandatario, la elección de uno podría alejar a ciertos sectores dentro de su movimiento o a los votantes aún indecisos.
Capriles tampoco ha nombrado a un compañero de fórmula, aunque el tema sería menos delicado, porque no hay dudas sobre la salud del candidato de 40 años. «Capriles, al igual que Chávez, quiere que esto sea una competencia entre dos figuras», dijo Miguel Tinker Salas, profesor de estudios sobre América Latina en el Pomona College de Claremont, California. Consideró que, para ambos candidatos, el nombramiento de un vicepresidente en la actualidad «iría en detrimento de esta estrategia».
Bajo el gobierno de Chávez, la vicepresidencia ha contado con una autoridad limitada. De hecho, la constitución nacional no especifica siquiera cuán pronto debe un mandatario nombrar a su vicepresidente después de ocupar el cargo.
Chávez ha delegado muy poco poder a sus vicepresidentes en los últimos años. Más bien, los ha considerado un integrante más de su cuerpo de asesores que se dedica a seguir sus instrucciones. Incluso cuando debió reducir su carga de trabajo por los tratamientos contra el cáncer a los que se sometió en Cuba, Chávez delegó sólo mínimos deberes administrativos al vicepresidente actual Elías Jaua, a quien nombró en 2010.
Jaua fue el séptimo político en ocupar ese puesto durante los 13 años que lleva el líder socialista en la presidencia.
La constitución venezolana dice que si un presidente electo fallece antes de asumir su puesto, debe convocarse a nuevas elecciones. Si un mandatario muere durante los primeros cuatro años de su periodo, el vicepresidente lo sucederá de manera temporal, pero deben realizarse nuevos comicios. En caso de que el presidente muera durante los últimos dos años de su sexenio, el vicepresidente debe terminar el periodo y las elecciones deben realizarse conforme a lo previsto originalmente. AP