Nelson Pérez, del Movimiento Progresista de Venezuela, señala que “El 40% del petróleo que yace en el subsuelo actualmente es propiedad de las grandes transnacionales del petróleo con la figura de empresas mixtas”
“Cuando el presidente Chávez asumió el poder del Estado en 1998, todos los venezolanos estábamos esperanzados por las promesas electorales de un candidato, que prometía profundos cambios sociales y económicos con el objetivo de lograr plena prosperidad a todos los venezolanos. El país para aquel entonces vivía una profunda crisis social, institucional y política, para todos Chávez era la gran esperanza”.
Así lo considera, en sus declaraciones el economista Nelson Pérez, integrante del Movimiento Progresista de Venezuela (MPV), quien agrega que desde el año 2000 al 2006 el país parecía próspero, inundado de una enorme masa monetaria que llegaba a todos. “El cooperativismo fue el vínculo monetario para impulsar la economía. A pesar del derroche de dinero sin control el país no avanzaba estructuralmente, la avalancha de dinero cegaba a la sociedad, los problemas de desigualdad social no se resolvían pero tampoco afloraban estructuralmente, todo era un mar de dinero”.
“Fracasado el cooperativismo se impulsan las Misiones Sociales como la panacea a la exclusión y la desigualdad social, y en áreas fundamentales como la educación, salud y deporte. Al inicio con gran éxito, luego fue politizado el éxito y burocratizado el proceso, con ello la corrupción y el desorden institucional. El proyecto político más importante del proceso revolucionario se derrumba y se hace ineficiente”.
Igualmente señala Pérez, que “nuestra industria petrolera, pivote del desarrollo económico, se torno roja rojita, ahora vende pollo, carne y coloca semáforos en las calles. El 40% del petróleo que yace en el subsuelo actualmente es propiedad de las grandes transnacionales del petróleo con la figura de empresas mixtas. Entregamos nuestro más preciado recurso bajo el fetiche del socialismo y de una nueva geopolítica petrolera que desangra al país con una entrega inconsulta sin transferencia de tecnología y negociada a precios irrisorios”.
Se incrementó
la deuda externa
Destaca Pérez, que “la deuda externa, que para el chavismo era escandalosa y apátrida, pasó de 37 mil millones de dólares en 1998 a más de 180 mil millones de dólares en 13 años, y la deuda interna raya en los 160 mil millones de dólares. Sin embargo todas las grandes obras de infraestructura están inconclusas y en franco deterioro”.
“A partir del año 2007 se inicia una nueva estrategia en la política chavista: la destrucción paulatina del aparato institucional del Estado para ser sustituido por la omnipotencia del caudillo. El esquema se sintetiza de la siguiente manera: Chávez y su vinculación directa con el Estado Comunal, es decir la desaparición institucional del resto de los poderes constituidos, de elección popular: Juntas Parroquiales, Alcaldías y gobernaciones. Ello garantizaría al caudillo poder absoluto sobre el pueblo sin intermediarios. Para lograr este objetivo político, profundamente antidemocrático, requiere del control total, por una parte, de la industria petrolera y del dinero proveniente del recurso petrolero. Para ello impone 4 presupuestos: En primer lugar el presupuesto ordinario a 40 dólares/ barril de petróleo, segundo, el presupuesto, sin control, proveniente del excedente de recursos petroleros por encima del presupuesto ordinario que va a Feonden; tercero, las Misiones manejadas con recursos de Pdvsa y cuarto, los recursos líquidos que extrae, permanentemente, de las utilidades de las empresas controladas por el Estado”.
Control de las FAN
Por otra parte, dice Pérez, procede al control de la Fuerza Armada. “Se institucionaliza entonces un poder bélico paralelo al ejército regular: Las milicias armadas al servicio del poder político y bajo la dirección absoluta de Chávez”.
“A la sazón, se hace necesario el control ideológico sobre las fuerzas progresistas de izquierda para callar la disidencia en sus propias filas. Implanta entonces el concepto del partido único de la revolución, Psuv, a la usanza de la antigua Unión Soviética y Cuba”.
“Para coronar su estrategia debe controlar al capital privado. Por una parte, lanza entonces toda una estrategia publicitaria en contra de la empresa privada. Expropia fincas, industrias, comercios, señala que ser rico es malo. Impone una política de importación de bienes de consumo masivo para asfixiar al sector privado, hoy importamos el 70% de lo que consumimos, con la secuela de pudreval y el enriquecimiento grosero de quienes manejan esa política de puertos”.
Pero al destruir al capital, considera Pérez, debe destruir al trabajo y su forma normal de organización. “Pretende imponer las empresas de producción social controladas por el Estado, hoy fracasadas, e inicia una arremetida brutal sobre las organizaciones sindicales y
sus líderes; congela la contratación colectiva, criminaliza la protesta obrera y pretende imponer el control obrero como nueva forma de organización del trabajo, sin derecho a la protesta. Caso emblemático las empresas de Guayana, en donde se estrelló contra la dureza de una clase obrera rebelde”.
“Toda esta visión atrasada y estalinista de concebir la sociedad, la impregna de un falso nacionalismo: endiosa al Libertador, sublimiza los símbolos patrios, divide la historia antes de Chávez y después de Chávez, e impone el criterio de ser el líder indispensable para salvar a la patria del imperialismo agresor, para ello divide al país ente escuálidos y revolucionarios”.
“Chávez durante estos 13 años pretendió politizar la desigualdad social existente en la sociedad para catapultar su liderazgo sin dar respuesta efectiva a las necesidades del pueblo. Caso emblemático de este fracaso es la Gran Misión Vivienda Venezuela y el drama de los damnificados”.
¿Un país en franco deterioro?
Al final observamos, comenta Nelson Pérez, “un país en franco proceso de descomposición social en donde la delincuencia se impone, de mano de la más espantosa corrupción y desgobierno que haya conocido la Venezuela petrolera. La infraestructura nacional esta por el suelo, el país no aguanta un fuerte aguacero, vivimos con luz del día y tinieblas en la noche. La inflación y el IVA se tragan el 34% del poder adquisitivo del venezolano. En fin, la institucionalidad del Estado está a punto de caer como castillo de naipes, muy parecida a la poca robustez política y corporal del presidente”.
“El 07 de octubre cambiará el destino del país, entonces nos daremos cuenta que un país no se construye a realazos, firmando puntos de cuneta a diestra y siniestra. El caudillismo no tiene cabida en el pujante mundo actual”.
Martín Lobatón M.
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