El innegable arrastre que conserva en la mayoría de la población, según los sondeos que se han difundido, se enfrenta a los problemas cotidianos, como el auge delictivo y las fallas eléctricas, que se han presentado en sus 14 años de Gobierno, según analiza la agencia internacional de noticias
Para entender por qué el presidente Hugo Chávez podría ganar otra elección en Venezuela el próximo mes, vaya y siéntese bajo los árboles de mango en Los Rastrojos o Sabaneta, analiza un trabajo de la agencia internacional Reuters.
En esos poblados rurales de su infancia que descansan en el corazón del llano venezolano, familiares y amigos desempolvan historias de un niño que ya mostraba su facilidad de palabra y toque popular, hoy dos de los pilares de su estilo de gobierno.
Con regocijo, Guillermo Frías cuenta cómo jugaba béisbol con su primo “Huguito” en las calles de tierra usando sus brazos como bates y moldeando el caucho de los árboles como pelotas. “Siempre hablaba más que cualquiera”, dijo el hombre riendo.
Esta imagen, la del chico de campo que se convirtió en presidente y pasó años tratando de ayudar a los más pobres, es la que más le importa a Chávez sembrar en la mente de los votantes para las elecciones del 7 de octubre.
La habilidad de sus rivales para desinflar esa imagen, aprovechar la desilusión de algunos pobres y retrucar con la foto de un hombre cuyo experimento socialista ha terminado en una autocracia, determinará su éxito o fracaso.
La táctica del candidato opositor Henrique Capriles de enfocarse en los bastiones de Chávez en su campaña le ha dado una posibilidad de luchar: en la mayoría de las encuestas tradicionales lidera el mandatario, pero su contrincante viene ganando terreno y una de ellas incluso lo pone cabeza a cabeza.
La mirada romántica y cariñosa que prima en Sabaneta sobre Chávez se repite en distinto grado en barrios bajos y humildes zonas rurales del país, donde el presidente cosecha su mayor popularidad. Pero esa simpatía también es igualada por un profundo odio contra su figura en otras partes de clases más altas de la nación.
7-O pone a prueba
mitos de Chávez
Para una mirada menos basada en el choque de clases, basta darse una vuelta por el centro comercial a medio hacer en Caracas donde cientos de refugiados de las inundaciones del 2010 todavía están esperando que el Gobierno cumpla la promesa de darles nuevas casas.
“Promesas y más promesas, es lo único que nos dicen”, dijo Julietta Rodríguez, de 37 años y madre de cuatro hijos, en otro refugio temporal en la costa donde ha esperado más de dos años por su nueva casa.
“Yo siempre he votado por Chávez, lo amaba. Ahora no sé. Capriles me parece capaz y es joven también. Tal vez merece un chance”, sostuvo.
El resultado de la elección dependerá de qué tanto este desencanto y la acumulación de problemas cotidianos como los cortes de electricidad, el alto costo de la vida y el delito opacarán el profundo afecto que tienen los seguidores por Chávez y su dependencia de los populares planes sociales.
“Uno de nosotros”
“Lo queremos porque él es uno de nosotros”, expresó María Quevedo, una madre de 33 años que trabaja como voluntaria en la casa espartana en Sabaneta donde Chávez pasó su niñez. Ahora es la sede del gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) en el pueblo. Una nueva escuela, que podría ser bautizada “Mamá Rosa” en honor a su querida abuela, está siendo erigida en el sitio donde estaba el viejo rancho de piso de tierra en el que nació Chávez el 28 de julio de 1954.
Hay rumores en la zona de que el Presidente inaugurará la escuela días antes de las elecciones, un intento por recordarles a los 19 millones de votantes venezolanos quién es el candidato al que deben respaldar para garantizar sus necesidades básicas.
Una amarga broma
El socialismo de Chávez, según sus oponentes, es una amarga broma, un concepto vacío que disfraza amiguismos, mala administración, liderazgo autocrático y el derroche del mayor auge de ingresos petroleros en la historia del país miembro de la OPEP. Sólo hay que mirar la creciente riqueza de los aliados más cercanos de Chávez, dice Capriles. “¡Si ellos son socialistas, entonces yo soy marxista-leninista!”
Figura paternal
Pese a esto, Chávez mantiene alta su popularidad al seguir inyectando miles de millones de dólares a la construcción de viviendas y otras nuevas “misiones” sociales, desde pensiones para ancianos hasta subsidios para madres solteras de bajos salarios, que han fortalecido el mensaje de que sigue siendo el padre y “patrón” de la nación.
Capriles, pintado por los seguidores del presidente como un chico rico confabulado con una élite de venezolanos de derecha respaldada por Estados Unidos, en contraste, viene de una familia acomodada y tiene la piel clara típica de la vieja clase dirigente.
La sombra del cáncer
Sorpresivamente, después de acaparar los titulares por un año, la salud de Chávez ha desaparecido como un tema de campaña en la recta final de las elecciones. Habiéndose declarado completamente curado del cáncer a principios de julio después de tres operaciones y largas sesiones de quimioterapia y radiación, Chávez apenas menciona ahora el tema.
Cerca de una de las casas donde creció, una sombra invade los rostros de amigos y parientes cuando se les pregunta sobre la salud del presidente.
“Para mí se ve mejor, pero nunca se sabe a ciencia cierta”, dijo el agricultor Cecilio Pérez, de 56 años, cerca del terreno que pertenecía a los padres de Chávez en el pueblo de Los Rastrojos.
“Nadie lo quita de aquí, sólo dejará la presidencia cuando se muera. Aquí pasarán 400 años y la revolución seguirá. Si los gringos no pudieron quitar a Fidel ¿Cómo van a parar esto?”, añadió