Lo internacional desnuda la carencia de competitividad. Lara, el doble campeón, en riesgo de desaparecer
Los «pies de barro». Inevitable volver sobre el lugar común ante ciertas cosas que suceden en el fútbol venezolano. En este momento, con dos situaciones reveladoras de una realidad a la cual se le escurre el bulto: cuando todavía no se ha apagado la crítica sobre la eliminación de los equipos del patio en la Copa Suramericana, se plantea la posible desaparición del Deportivo Lara, doble campeón de la temporada 2011-12 y uno de los defenestrados del torneo continental.
El tema sobre la poca calidad competitiva internacional de las divisas locales -que inevitablemente choca con la evolución de la Vinotinto- va directamente hacia la participación de 18 equipos en los certámenes domésticos. Porque el movimiento balompédico nacional no da para tanto. De una parte, no se produce el número suficiente de jugadores, y por la otra hay un gran desnivel económico entre quienes animan esa «primera división».
La solvencia de muchos equipos (el subrayado es porque la mayoría no puede llamarse club), depende en muchos casos de organismos del Estado. Y la torta televisiva, un ingreso nuevo, no es como para repartirlo entre tanta gente, pues tocan migajas. Por allí comienza el problema, que la federación despacha con un cómodo «eso sucede en todas partes», pero cuya solución es vital para darle verdadera solidez al espectáculo.
El «caso Lara» tiene que ver con esto último. Porque, de acuerdo con lo manifestado por Jorge Hernández, representante del grupo interesado en comprar la franquicia, «las condiciones legales presentadas en la negociación» no son satisfactorias. En su negativa luego de revisar los documentos se revela que difícilmente habrá quien se arriesgue a la adquisición, todo lo cual llama a preguntarse qué organismo futbolístico avaló esa situación irregular.
Como el equipo de Maracaibo, desaparecido cuando hizo mutis el alcalde que hizo posible una nómina millonaria, así se han ido otros nombres del fútbol. Y seguramente no hay otro país donde tantos campeones han salido de la escena. Resultado, por supuesto, de que alguien con posibilidades y entusiasmo contrata a los mejores jugadores (pagando más de lo que el medio recomienda) y luego no hay cómo soportar la nómina. Porque, en pocas palabras, no hay suficientes instituciones con la debida solvencia.
Lara tuvo un sponsor que «garantizaba la continuidad». Pero, intervenida su empresa (se comenta que por razones politiqueras), todo se fue al suelo. No había base, a pesar de que en la oportunidad se habló de adquirir una sede, en general de formar un verdadero club. A estas alturas la deuda por razones de personal debe andar por los cuatro meses, y no es el único caso, por ejemplo todavía la gente de Estudiantes anda buscando cómo darle solución a un problema similar, ya añejo.
Las autoridades futbolísticas (no puede ser otra instancia) debe enfrentar el asunto de manera global.
Y buscar fórmulas para que los equipos puedan garantizar su capacidad económica para cumplir cada temporada. Y habría que sentarse a discutir si es posible continuar con 18 equipos en primera división.
De lo contrario, seguirán desapareciendo divisas, jugadores quedarán colgando, y los equipos venezolanos seguirán siendo «trompos servidores» en el escenario internacional.
Armando Naranjo
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