LA MAÑANA DEL 8 DE OCTUBRE. Es lunes 8 de octubre en Venezuela, aclara la mañana más temprano de lo común, con un sol mucho más fuerte, que ahora parece brillar para todos. No es un día cualquiera, la gente se despierta y no sabe si todavía vive un sueño. Los más incrédulos tienen miedo a preguntar sobre lo ocurrido hace apenas horas, quizás no queriendo decepcionarse como en muchas ocasiones pasadas. En la televisión suena el himno nacional, como si se tratara de una fecha patria, los principales canales nacionales pasan imágenes de multitudes en las calles durante la madrugada. En los rostros de la gente se pueda ver la euforia de la victoria.
En la calle se respira aire puro, el ambiente no pesa al caminar, la gente saluda con alegría y hasta da los buenos días. Cuesta creerlo, pero hasta eso habíamos perdido los venezolanos, esa cortesía y camaradería que nos caracterizaba. Quedan rastros de lo que fue una gran celebración, en las ventanas de las casas ondea el tricolor nacional. Pareciera que ha ganado Venezuela en el mundial, es increíble. Los periódicos sorprendentemente no titulan con frases, sino con una foto que se repite en la mayoría de las portadas: Millones de venezolanos haciendo largas colas para votar.
No se habla de otra cosa en el metro, en la camionetica o en el mercado, entre la multitud de la ciudad y la soledad de los pueblos hay un solo tema: Ganó el futuro. En los comentarios más comunes se escucha “Hicimos historia”, “yo lo sabía”, “fue un batacazo”. En los murmullos que recorren las calles no hay expresiones de venganza, odio o persecución. El clamor general pide que el país finalmente vuelva a transitar unido, sin divisiones, sin la confrontación que nos trasladó a una batalla sin sentido, que separó amistades y hasta familias.
En todos lados se rescata el valor de los miembros de mesa, quienes hasta el final se mantuvieron en sus centros resguardando la voluntad del pueblo. Así como la resistencia de los electores al permanecer horas en cola, en uno de los procesos más concurridos de los últimos años. Son millones los héroes anónimos que hicieron posible la victoria y que al amanecer de 8 de octubre pueden levantarse saboreándola.
Es un hecho, ha ganado el futuro, el progreso y la firme convicción de los venezolanos de vivir en un mejor país. No se trata de un sueño, representa el despertar colectivo de un pueblo que decidió dar un salto hacia adelante antes que vivir seis años más atado al pasado. Fue una victoria contundente, no hubo espacio para la duda, solo a la sorpresa de quienes horas antes subestimaron una y otra vez las ganas de un pueblo a cambiar. En el discurso del ganador imperó la amplitud, dejando las puertas abiertas a quienes no lo favorecieron con su preferencia en las urnas. Como estadista entiende que el respeto a las minorías es fundamental en las democracias.
Es la mañana del 8 de octubre y Henrique Capriles Radonski es el nuevo presidente de Venezuela, electo con la mayor votación de la historia democrática de Venezuela. Con su victoria entramos al siglo XXI, catorce años después, pero no hay tiempo que perder, queda de parte de todos ayudar a reconstruir esta gran nación. En esa tarea todos estamos invitados, quienes piensan distinto, aquellos que se fueron y quieren volver, quienes se quedaron y aquellos que están por venir. Son 28 millones de corazones dispuestos a dejarlo todo por levantarnos y jamás permitir que nos vuelvan a dividir ¡De ti depende que podamos vivir esto el 8 de octubre!
Brian Fincheltub
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