Miles de españoles y portugueses salieron este sábado a las calles de las capitales de sus países para protestar por las profundas angustias económicas que soportan debido a las medidas de austeridad.
En Madrid, los manifestantes se dirigieron al Parlamento por tercera vez esta semana con el propósito de expresar su ira contra los aumentos de impuestos, recortes al gasto público y la tasa de desempleo más elevada entre las 17 naciones que comparten el euro.
La vociferante multitud en la capital española soltó ensordecedores silbidos cerca del Parlamento y exigió el despido de los funcionarios del gobierno de Mariano Rajoy.
El gobierno presentó el viernes un proyecto de presupuesto para 2013 que reducirá el gasto total en 40.000 millones de euros (51.700 millones de dólares), congelará los salarios de los trabajadores públicos, recortará el pago de prestaciones por desempleo e incluso reducirá el gasto de la familia real española el próximo año en un 4%.
Pablo Rodríguez, un estudiante de 24 años de edad que cursa una maestría en desarrollo agrícola en Dinamarca, dijo que las medidas de austeridad y la mala economía han provocado que la mayoría de sus amigos en España estén desempleados o realicen un trabajo para el que no se capacitaron.
En Lisboa, el banquero retirado Antonio Trinidade dijo que los recortes presupuestarios a los que se comprometió Portugal a cambio de un rescate financiero de 78.000 millones de euros (101.000 millones de dólares) tienen a la economía del país en la peor situación que ha visto en su vida. Su pensión se ha reducido, y dijo que innumerables jóvenes portugueses optan cada vez más por irse al extranjero porque no pueden ganarse la vida en su país.
«El gobierno y la troika controlan lo que hacemos porque el rescate sólo quiere recortar más y más y robarnos», dijo Trinidade, en referencia al trío de acreedores: la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional. «Los jóvenes no tienen futuro, y el país está al borde de un abismo. Yo estoy llegando al final de mi vida, pero estas personas de 20 y 30 años no tienen trabajo, ni futuro».