Con un leve retraso mental producido por una meningitis en su juventud, el psicópata nacido en Texas luchaba contra sus deseos de matar, sucumbiendo siempre ante los mismos
Confesó haber asesinado a más de 80 mujeres en casi 10 años, siendo condenado a dos cadenas perpetuas. Cuando el asesino era escoltado a la penitenciaria, dijo al juez y a los abogados: “si algún día me dejan libre, volveré a matar”
Durante el comienzo de la década de los ‘70, las mujeres de los estados de Texas y Michigan en Estados Unidos y Ontario en Canadá, vivieron aterrorizadas por el asesino del domingo por la mañana, un brutal psicópata que sometía a mujeres con golpes y puñaladas para después ahogarlas lentamente en la bañera.
Son pocos los asesinos seriales de raza afroamericana que se han hecho conocer y sin duda, Carl Watts fue uno de los más crueles, con más de 90 asesinatos. Con un coeficiente intelectual de apenas 68 (tenía un leve retardo mental), Carl Watts demostró que, cuando la policía es torpe consiguiendo evidencias, no se requiere de brillantez alguna para burlar a la justicia y derramar abundante sangre inocente…
Génesis de un psicópata
Carl Eugene Watts nació el 07 de noviembre de 1953 en Killen, Texas. Su padre era un soldado de primera clase en el Ejército y su madre era maestra de arte en un jardín de infantes. Cuando Watts tenía menos de dos años, sus padres se separaron y él se mudó con su madre a Inkster, Míchigan. En 1962 ella se casó con un mecánico, con quien tuvo dos hijas.
De niño, Watts fue descrito como extraño y ya a los 12 años empezó a fantasear sobre torturar y asesinar a mujeres jóvenes. Cuando tenía 13 años, fue infectado con meningitis lo que causó en él un leve retraso mental y le generó dificultad para compartir con los otros estudiantes. En la escuela, a menudo recibía malas calificaciones y leía en un nivel de tercer grado a los 16 años.
El 29 de junio de 1969 fue arrestado por agredir sexualmente a Joan Gave de 26 años de edad. Cuando Watts fue juzgado, fue sentenciado a la Clínica Lafayette, un hospital psiquiátrico en Detroit. De acuerdo a una evaluación psiquiátrica, Watts fue diagnosticado con un retraso mental leve, con una escala de CI de 68 y de tener un proceso de pensamiento delirante. Fue liberado de este centro de salud, el 09 de noviembre de 1969.
A pesar de sus pobres calificaciones, se graduó de la secundaria en 1973 y recibió una beca de fútbol a la Universidad Lane en Jackson, Tennessee. Fue expulsado después de tres meses porque fue acusado de acoso y agresión a mujeres y porque muchas personas en la Universidad Lane creían que Watts era sospechoso en el asesinato brutal de una estudiante, sin embargo, no había suficiente evidencia para incriminarlo. Después de su expulsión se mudó a Houston, Texas.
Salía a matar los
domingos en la mañana
La carrera de Watts como asesino en serie comenzó cuando apenas tenía 21 años, en 1974. Su modus operandi siempre fue el mismo: las secuestraba los domingos en la mañana, para después torturarlas y finalmente acabar con sus vidas. Watts, que era afroaméricano, casi siempre mataba a mujeres blancas y jóvenes, con edades comprendidas entre los 14 y 44 años, utilizando métodos como estrangulación, puñaladas y ahogamiento.
Watts asesinó a docenas de mujeres entre 1974 y 1982, sin embargo, pasó mucho tiempo y corrió mucha sangre antes de que fuese descubierto, ya que atacó en varias jurisdicciones e incluso en diferentes estados y rara vez sostuvo relaciones sexuales con sus víctimas, lo que dificultó rastrearlo a través de pruebas de ADN.
Atrapado en pleno crimen
Los homicidios terminaron el domingo 23 de mayo de 1982, cuando Watts irrumpió en el apartamento de Michelle Maday de 20 años: tras golpearla hasta dejarla inconsciente, llenó la bañera y la ahogó. Ese mismo día, irrumpió en el apartamento de Lori Lister y Melinda Aguilar, quienes fueron golpeadas hasta quedar casi inconscientes.
Mientras las dos mujeres estaban en el suelo, Watts llenó las bañeras para ahogarlas: Lori rezó para que por lo menos fuese encontrado su cuerpo, pero Melinda fingió estar inconsciente y cuando el asesino se distrajo, ella saltó del segundo piso y pidió ayuda. La policía llegó al lugar y lo encontró intentando ahogar a Lori Lister.
Durante su detención, la policía comenzó a vincular a Watts con otros asesinatos, sin embargo, los fiscales de Texas no sentían que había suficiente evidencia para condenarlo, así que llegaron a un acuerdo con él: sí daba detalles y confesiones de sus crímenes, le darían inmunidad de los cargos de asesinato y él podría enfrentar sólo un cargo de robo con intento de asesinato, que conllevaba una pena de 60 años de sentencia.
Estuvo de acuerdo con el trato y confesó haber asesinado a más de 80 mujeres en casi 10 años, siendo condenado a dos cadenas perpetuas. Cuando el asesino era escoltado a la penitenciaria, dijo al juez y a los abogados: “si algún día me dejan libre, volveré a matar”. No quiso confesar abiertamente haber cometido los crímenes, debido a que no quería ser visto como un asesino en masa. La policía todavía considera a Watts como sospechoso en 90 asesinatos sin resolver.
Carl Eugene Watts falleció a causa de un cáncer de próstata en un hospital en Jackson, Michigan, el viernes 21 de septiembre de 2007, a sus 53 años.
Señal de alerta
El 29 de junio de 1969, Carl Watts, de apenas 15 años de edad, sintió la necesidad de obedecer a sus macabras fantasías, así que, mientras hacía su ruta de entrega de periódicos, tocó la puerta de Joan Gave de 26 años. Cuando la joven abrió, Carl la golpeó hasta dejarla inconsciente y luego siguió con su ruta, como si nada hubiese sucedido
Edda Pujadas
Twitter: @epujadas