La revista cultural A plena voz ofrece un dossier crítico sobre la práctica de los derechos humanos en países latinoamericanos desde una mirada reflexiva hacia la Organización de Estados Americanos (OEA), su principal órgano rector, paradójicamente con sede en los Estados Unidos.
Un primer artículo, titulado La OEA no responde a sus pueblos sino a EEUU, escrito por el investigador Germán Saltrón ubica al lector en la problemática con una breve reseña sobre la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), creada en 1948, para velar por el cumplimiento de los derechos humanos en la región occidental.
Sin embargo, Saltrón señala la ausencia de la institución durante casi 30 años de dictaduras civiles y militares en su país de origen. «Durante este periodo se arrestaron, torturaron, desaparecieron y asesinaron aproximadamente cien mil personas, sin que la OEA se diera por enterada», sentencia el ensayista en relación al período de 1948 a 1977.
Venezuela es otro claro ejemplo de la falta de credibilidad del organismo internacional. Según el análisis descrito en el artículo de las 5.000 personas desaparecidas en los gobiernos de AD y Copei, la comisión sólo atendió cinco, informa Saltrón.
También agrega que desde la llegada a la presidencia de Hugo Chávez, en 1999, la institución ha admitido 38 casos y sentenciado 13, cambiando radicalmente la situación debido a la actitud de rechazo manifestada por el mandatario. «La CIDH ha demostrado no responder a los intereses de garantizar el respeto de los derechos humanos en el hemisferio, sino avalar los intereses políticos de EEUU», infiere el artículo.
Asimismo, una segunda lectura propuesta por el politólogo mexicano Raymundo Espinoza, nombrada Visiones críticas de derechos humanos desde la República Bolivariana de Venezuela, acerca al lector con las necesidades del continente en materia de defensa y protección de las garantías sociales del hombre.
«Necesidad de atender a los saberes construidos desde abajo, de escuchar las necesidades y reconocer las capacidades de los pueblos y comunidades, de fortalecer las prácticas autogestivas y la democracia protagónica, de impulsar las practicas descolonizantes y el empleo de otros lenguajes para la reflexión», explica Espinoza.
El artículo fue escrito a propósito de el Seminario Internacional Memoria y Derechos Humanos, celebrado en Caracas el pasado junio, en donde asistentes coincidieron en consolidar la organización popular como garantía de una efectiva política democrática que ayude a mejorar la condición de vida de los pueblos, destaca el politólogo.
AVN