El baloncesto profesional venezolano cercenó la presidencia ejecutiva, figura considerada como positiva por los dueños de equipos, y mantiene experiencias discutibles
La Liga Profesional de Baloncesto nombró junta directiva. Y por tratarse de gente nueva en el ambiente (Rufo John, de Bucaneros, y Jorge Hernández, de Guaros) encabezan el nuevo equipo, es preciso darles al menos «el beneficio de la duda».
A tenor de las primeras declaraciones, hay interés por darle mayor solidez a la organización y contribuir al desarrollo de la disciplina. Eso «suena» positivo, si bien algunos de los objetivos parecen interferir en lo que es la razón de ser de la federación y sus asociaciones. Pero, es bueno renovar, y el aumento a 54 juegos es favorable para el espectáculo, como lo es para el baloncesto que se hayan puesto de acuerdo con las máximas autoridades y el final permita reunir, con tiempo, a la selección que jugará el premundial.
Hay otras cosas, sin embargo, que mueven a preocupación. De un lado, la liquidación de la presidencia ejecutiva, que los dueños de equipos califican como positiva en la gestión de Rolando Urdaneta. No sorprende la decisión, pues luego del choque entre este y Germán Blanco Romero a fines de la temporada anterior, el ambiente se había enrarecido. Cuestión de egos, de figuración, no vale la pena discutirlo ahora, pero ya algunos preveían una situación que se vio en las dos anteriores jerarcas de los equipos, Rodolfo Tovar y Tulio Capriles hijo.
Llama la atención que un trabajo sin precedentes en la liga, que dejó resultados ampliamente favorables -es la opinión generalizada, incluso en los equipos-, sea negada en la práctica. No otra cosa es eliminar esa instancia, reduciéndola a una gerencia operativa. Algo así como que «no haga sombra», aunque no cuestionamos a la persona designada, que tiene larga trayectoria en la organización, en otras labores. Habrá que esperar la realidad de la parte de las declaraciones, donde se dice que habrá contacto con Urdaneta a ver si colabora de otra forma.
El otro tema es mantener una cuota de 3 jugadores importados en acción. Una vieja discusión, porque si bien la liga organiza un espectáculo, poner 3 en cancha (60%) limita las oportunidades de los jóvenes valores criollos, que no van a surgir de la noche a la mañana y requieren minutos para establecerse. Una cuestión que choca con los anuncios de «contribuir al desarrollo», mucho más cuando se ha convertido en costumbre tener uno o varios importados de más. Que es válido si se piensa en lesiones, pero que en la práctica ha sido poner y quitar según el adversario de turno. Y ya no son 3, sino 4, 5 y hasta 6 los refuerzos.
De los anuncios sobre liga especial y desarrollo de jugadores esperaremos a ver «con qué se come eso».
Armando Naranjo
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