Todos votaremos sabiendo además que después del domingo 7 viene el lunes 8, y el martes 9, y la vida entera. Y que esa vida la viviremos en un país que es de todos, donde todos debemos cohabitar, compartir, convivir. Y que la única forma en que esa convivencia sea armoniosa es reconociendo al otro, respetando al otro, sobre todo al que opina distinto a nosotros
I Hoy domingo 7 de octubre de 2012 los venezolanos saldremos a votar.
La seguramente masiva asistencia a los comicios demostrará que las palabras “ni-ni” e “indeciso” simplemente ocultaban una realidad: La de millones de venezolanos que si tienen una opinión sobre lo que pasa en el país y si tienen, en consecuencia, una posición al respecto. Pero también han tenido motivos razonables para ocultar esa opinión y no expresar libremente esa decisión, al menos antes “extraños”. En un país en el que haber firmado solicitando un referendo es motivo suficiente para que el inmenso poder del Estado te persiga o al menos te excluya, es absolutamente congruente que durante mucho tiempo millones de venezolanos se hayan amparado bajo el rubro “no sabe-no responde”. Hoy domingo 7 de octubre esos mismos millones de venezolanos harán pacientemente sus filas ante los centros de votación, y harán lo que como ciudadanos les corresponde: Votar. Probablemente lo harán por no tener jamás que volver a ocultar su verdadera opinión. Votarán por el derecho a vivir sin miedo. Votarán, en fin, en defensa propia.
II Cargos “99”, nómina fija, personal contratado directamente en los entes públicos, personal “tercerizado” perteneciente a la nómina de “empresas” privadas o “cooperativas” que son contratistas del Estado, todos ellos también formarán parte del inmenso torrente ciudadano que hoy domingo 7 saldrá a las calles de Venezuela para expresarse mediante el voto. Muchos lo harán todavía con los efectos del fuerte resfriado conseguido tras haberse expuesto al tremendo aguacero que en la Avenida Bolívar de Caracas enmarcó la despedida de uno de los candidatos.
Con la franela con el color proselitista colocada sobre la ropa que cargaban, sin equipaje para cambiarse las vestimentas empapadas, esos hermanos nuestros debieron emprender, mojados hasta los huesos, el viaje de retorno a sus ciudades de origen. Tres, seis, hasta diez horas de viaje esperaban a algunos, antes de llegar a sus casas, con tos algunos, con fiebre otros.
“Sarna con gusto no pica” es un refrán venezolano que no aplica en este caso porque muchos, muchísimos de estos compatriotas no estuvieron en esta situación “por gusto”, sino obligados por sus supervisores que –lista en mano- les advirtieron que la asistencia al acto proselitista era “obligatoria”, si querían conservar sus puestos de trabajos. También esos venezolanos acudirán hoy a las mesas electorales, y votarán. Muy probablemente, lo harán para que jamás en Venezuela vuelva a ocurrir que se confunda la condición de trabajador del Estado con la de siervo de un partido o un caudillo. Votarán por el derecho a no ser extorsionados. Votarán, en fin, en defensa propia.
III Emprendedores populares, pequeños comerciantes, gente de trabajo cuyos negocios quebraron muchas veces porque los apagones quemaron sus maquinas y artefactos, o porque el hampa arrasó con sus ganancias, o por ambas cosas;
Padres que quedaron sin hijos, madres que quedaron sin esposos, hijos que quedaron sin padres porque el hampa pudo impunemente multiplicar por cinco la cantidad de muertes violentas en poco mas de una década; hermanos nuestros que son los damnificados del presente, apretujados en esa venezolana versión del infierno que llaman “refugios”, y los damnificados del futuro, esos compatriotas que siguen viviendo al filo del riesgo porque decenas de “planes habitacionales” han producido muchos nuevos multimillonarios pero muy pocas viviendas; nuestros hermanos que supuestamente son “beneficiarios” de las “misiones” y que saben en carne propia que en las mismas se cumple aquel precepto bíblico que reza “son muchos los llamados y pocos los elegidos”, porque después de hacer censos, y censos, y censos y mas censos, y si por fin aparecen en la dichosa lista de beneficiarios, todavía tendrán entonces que conocer el calvario que significa cobrar de verdad la beca, la ayuda, el bono, ese recurso que siempre se promete, siempre se retrasa y (¡que casualidad!) es pagado mas o menos puntualmente sólo cuando se acerca una elección…
Todos, todos esos hermanos nuestros también estarán hoy en sus colas, y votarán. Muy probablemente lo harán para que en el barrio haya la energía eléctrica y el agua potable que hoy escasean, para que haya la seguridad que hoy no existe, para que haya viviendas en vez de promesas y empleo de calidad en vez de rebusque. Votarán, en fin, en defensa propia.
Y todos votaremos sabiendo además que después del domingo 7 viene el lunes 8, y el martes 9, y la vida entera. Y que esa vida la viviremos en un país que es de todos, donde todos debemos cohabitar, compartir, convivir. Y que la única forma en que esa convivencia sea armoniosa es reconociendo al otro, respetando al otro, sobre todo al que opina distinto a nosotros. Porque, por cierto, para eso es la democracia. Un lugar donde “todo el mundo opina lo mismo” es un lugar donde en realidad todo el mundo opina como el dueño del poder quiere que opinemos, y eso se llama dictadura. Los venezolanos hoy votaremos por la democracia. ¡En defensa propia!
Radar de los barrios
Jesús Chuo Torrealba
Twitter: @radaremergencia