El grito es el primer sonido que emite el niño, que carece de alguna intención comunicativa; no tiene un valor lingüístico, porque no resulta de una combinación de un signo o imagen acústica, con un significado, que se le puede atribuir a una expresión
Aunque hasta durante el primer año de vida hasta habiendo culminado, el proceso de aprender a hablar parece natural, hacer uso de una lengua para comunicarse con nuestros semejantes no es tan sencillo como algunos piensan. Más bien, se trata de un aprendizaje que se da por etapas, o mejor: por momentos culminantes, y que termina a los doce años; sin embargo, como bien sabemos, es un desarrollo que dura toda la vida, porque continuamente estamos perfeccionando lo ya aprendido.
1. El lenguaje infantil
Asimismo, el lenguaje infantil es diferente al lenguaje del adulto, que ya fue adquirido y está en un continuo perfeccionamiento; el de los chamitos depende de unas etapas o momentos culminantes con características particulares en cada edad que cuando no se dan permiten alertar de que algo no anda bien.
A los cuatro años, por ejemplo, el niño ya domina en un nivel básico su lengua materna. Además, a partir de esa edad, la adquisición de su lenguaje pasa de ser un proceso instintivo a uno reflexivo, que se va haciendo más creativo, o más intencionado, a medida que avanza la edad del párvulo.
En una primera etapa, el niño aprende por imitación. A partir de ese instante emite palabras y frases que ya ha oído, pero puede cometer errores cuando al hacer uso de modelos, tales como de comer se deriva comido, piense que de romper se puede decir rompido, ya que aunque no está al tanto de que existan irregularidades en algunos verbos, con estas incorrecciones el chamo hace uso de un sistema que se rige por patrones comunes, lo que le ha llamado competencia lingüística.
2. Etapas iniciales del
desarrollo del lenguaje:
El grito es el primer sonido que emite el niño, que carece de alguna intención comunicativa; no tiene un valor lingüístico, porque no resulta de una combinación de un signo o imagen acústica, con un significado, que se le puede atribuir a una expresión. Cuando nace, él o ella, grita, por reflejo, ya que se da un cambio desde donde se produce la respiración, que antes era desde en el vientre materno.
A pesar de que, en un primer momento, el grito no tiene un alcance comunicativo, en el instante en que el niño descubre su influencia en el entorno, lo usa para demandar; ahí comienza a ser intencional incluso sin ser lenguaje, puesto que carece de elementos que se mezclan para expresar algo, como cualquier tipo de palabra, o resultan de una combinación de sonidos a la que pueda atribuírsele un significado.
De igual manera, aunque no representa un modo de comunicación en sí mismo, el llanto del bebé nos indica que, por alguna razón, no está cómodo, o que algo le molesta. A esto se suma que el llanto es tan importante que durante el primer año de vida es señal de la salud con que cuenta el niño, símbolo de su vigor, de tal forma, que sirve de referencia para que el pediatra pueda diagnosticar mediante el mismo algún tipo de enfermedad o trastorno que afecte al párvulo, inclusive la asfixia.
Asimismo, el llanto es uno de los ruidos más difíciles de soportar porque es producido para, de manera deliberada, capturar nuestra atención, para atender alguna necesidad del bebé que él esté manifestando sentir mediante este ruido que produce. Y a medida que la madre se va familiarizando con su rol, ella podrá ir descifrando las claves del llanto, interpretando su significado para saber, por ejemplo, si el niño llora es porque tiene hambre, sueño, pánico, etcétera.
Al grito, le sigue el gorjeo o balbuceo, que hace su aparición como a los tres meses de nacido el niño. Mediante este mecanismo el chamo pone en práctica los sonidos que forman parte de su lengua materna. No obstante, esos sonidos no constituyen un lenguaje, ya que no se combinan entre sí para producir algún significado.
Los balbuceos se pueden producir entre los tres y los seis meses. Con el intento de articulación de tales sonidos, el niño pone en práctica sus órganos articulatorios como si estuviera aprendiendo a tocar un instrumento, en el que cada movimiento debe ser acertado para alcanzar el sonido deseado.
Al año aproximadamente, algunos bebés lo hacen a los nueve meses y otros a los trece meses, aparece la primera palabra como tal, pero si el niño emite dos sílabas iguales, como ta-ta, no se trata de esa voz inicial, que se registra sobre todo cuando las sílabas son distintas, o cuando la misma empieza a significar algo para el niño en su entorno cotidiano, para después sumarle a un significado primario; en otros contextos no inmediatos, otros significados, como a la palabra grande, por tamaño, se le suma el de grandeza.
3. ¿Cómo estimular a
los bebés en su lenguaje?
Debemos tener presente que, desde el vientre materno, comienza a florecer el lenguaje infantil y no después como todavía piensan muchos. Entonces, desde ahí, podemos estimular a los niños hablándoles o poniéndoles alguna melodía que, luego, al nacer, o en los primeros años de vida, ellos identificarán.
De los seis meses en adelante, conversar con ellos, mediante un sistema de turnos, en que se le habla al bebito y se hace una pausa que representa la participación del niño en un diálogo.
Aparte de lo anterior, tocarlos, abrazarlos, para que reciban suficiente estimulación táctil, ya que como se sentirán queridos estarán mucho más dispuestos a aprender que otros niños no igual de amados.
Otra manera de estimular a los bebés, del año en adelante, es poner en práctica el juego de toma y dame, cuando se le ofrece un objeto y se espera que él lo ofrezca, para así con este ejercicio mejorar su capacidad motriz e intelectual.
Los papás deben
saber del habla
de sus hijos
Que adquirir el lenguaje infantil es un largo proceso que se da por momentos culminantes, y que cada momento tiene sus manifestaciones particulares.
Que, como el lenguaje de los niños se da por estadios, cuando un niño en un instante no manifiesta determinada habilidad lingüística es motivo para estar alerta y buscar ayudar profesional o una opinión especializada.
La Voz de la mujer
Isabel Rivero De Armas
8 isabelrivero70@hotmail.com