Macario Alcala poseía marcados rasgos antisociales, como falta de empatía y estallidos repentinos de ira, además de una evidente conducta narcisista. Se presume que asesinó a al menos 14 prostitutas
Por lo menos otras 12 mujeres más habían sido halladas muertas en habitaciones de hotel, en fechas cercanas a la de estos dos crímenes confirmados y en circunstancias muy similares
La sociedad mexicana se estremeció con los crímenes de un asesino en serie, conocido como “El Jack Mexicano”, en los años ´60. Se trata de Macario Alcala Canchola, quien acabó con la vida de, por lo menos, dos mujeres sexoservidoras, sin embargo, se sospecha de él en otros 12 homicidios de prostitutas.
Era un asesino imitador (al menos fue lo que pretendió) de Jack El Destripador, incluso él mismo se autonombró “El Jack Mexicano”. Macario procedía de una familia de escasos recursos, cuando mucho cursó la educación básica, por lo que era ignorante, además de muy poco agraciado físicamente y no había logrado nada significativo en su vida, lo que engendró en él un terrible complejo de inferioridad.
Su vida estuvo marcada por el fracaso: durante un tiempo fue miembro de infantería de la Guardia Presidencial, pero fue despedido por su incompetencia e indisciplina. Después, trató de dedicarse al boxeo, pero jamás logró destacarse debido a su falta de talento. Estuvo casado y tuvo varios hijos, pero su matrimonio fue tormentoso, incluso, su esposa, durante las investigaciones de los homicidios y el posterior juicio, declaró: “…se siente superior a todo aquel que lo rodea”.
Por último, entró a trabajar como policía preventivo, bajó el nombre falso de Fernando Ramírez Luna. Fue en este tiempo que aprendió las claves básicas para detectar al culpable de un crimen (como las huellas digítales) y estos conocimientos le servirían después para cometer sus propios delitos. Fue despedido de la policía tras ser acusado y hallado culpable de los cargos de abuso de autoridad y uso excesivo de la fuerza durante el arresto.
Sus crímenes
El 20 de septiembre de 1962 fue hallado en la habitación de un hotel de la colonia Guerrero de la Ciudad de México el cadáver de Julia González Trejo, prostituta, que trabajaba en un bar cercano.
La noche anterior al hallazgo, Macario había conocido a la mujer y había contratado sus servicios sexuales y eran más de las once de la noche cuando ambos arribaron al hotel. Alcala fue quien pagó la habitación, pero registrándose bajo el nombre falso de Fernando García.
Ya estando instalados en la habitación, Alcala y González mantuvieron relaciones sexuales y posteriormente Julia González exigió el pago acordado por sus servicios. Alcala se negó, pues desde un principio tenía claras sus intenciones. Después de ser arrestado Macario, declararía fríamente como había asesinado a Julia: “La sujeté para amedrentarla así” (dramatizando físicamente la escena ante la policía) “con la mano derecha, girando los dedos hacia la derecha de su cuello. Vi que se desmayaba…”.
La escena del crimen que la policía encontraría ese 20 de septiembre parecía el escenario de una macabra obra de teatro: el cuerpo fue colocado desnudo sobre la cama tendida, en la habitación se habían eliminado todos los indicios de lucha y el asesino se había llevado toda la ropa de la víctima (exceptuando sus tacones y su bolso, dentro del cual se encontraba una identificación de la mujer, pues el asesino quería que fuese identificada).
Como último detalle, el perverso homicida, quien había tenido cuidado de no dejar huellas dactilares, escribió con pintura de labios en uno de los espejos de la habitación la leyenda: “Jack, reto a Cueto”. (Cueto era el apellido del jefe de policías).
El crimen de Julia González fue por el cual Macario fue investigado y capturado, pero posterior a su detención fue relacionado y encontrado culpable de un segundo asesinato: el de una mujer que nunca se pudo identificar, ocurrido unos meses atrás. Su cuerpo había sido encontrado desnudo en el baño de una habitación de hotel, el criminal se había llevado toda su ropa e identificaciones (si es que las hubiese tenido) y también se habían eliminado las huellas de lucha, pero no había ningún mensaje.
Además de estos dos crímenes, por lo menos otras 12 mujeres más habían sido halladas muertas en habitaciones de hotel, en fechas cercanas a la de estos dos crímenes confirmados y en circunstancias muy similares (sexoservidoras estranguladas y desnudas en una habitación limpia y ordenada).
A esto se le suma el hecho de que muchos allegados de Alcala declararon que este solía hablar de asesinatos de prostitutas, aún antes de que se informara de ellos en los medios de comunicación, daba detalles de crímenes que nadie sabía porque no habían sido filtrados a la prensa y se mostraba molesto si la persona con quien estuviese hablando no sabía nada al respecto.
Macario Alcala poseía marcados rasgos antisociales (falta de empatía, estallidos repentinos de ira y una evidente conducta antisocial) y narcisistas (una autoestima inflada que escondía una muy marcada inseguridad, necesidad patológica de reconocimiento y atención y veía a las demás personas por debajo de él).
Exhibicionista acomplejado
Tras la muerte de Julia, especialistas del Instituto de Investigación Criminalística de México, desarrollaron un perfil de Macario Alcala: “Es un exhibicionista acomplejado… El hecho de que hubiera escrito un mensaje en la luna de un espejo demuestra que quiere ser tomado en cuenta y que su delito trascienda… actuó con serenidad, lo cual quedó comprobado por el hecho de haberse llevado la ropa de Julia, también procuró no dejar huellas digitales… Se trata también de un individuo de bajo estrato, ya que ni siquiera pudo escribir correctamente Jack… Puede volver a matar…”
Edda Pujadas
Twitter: @epujadas