ROMA. Al sur de Italia, en la provincia de Bari (Apulia), hay un pueblo llamado Alberobello, que significa «árbol hermoso». Esta ciudad de casas rústicas de piedra todavía ocupadas y conocidas como trulli, es un ejemplo excepcional de la arquitectura vernácula y una de las zonas urbanas más homogéneas de toda Europa.
Se supone que los primeros trulli fueron levantados en el siglo XVI utilizando una técnica de construcción prehistórica a base de piedras calizas recogidas en los campos del área. Los techos cónicos tienen una capa de tejas que se instalan sin pegamento y no se pintan, sino que se van oscureciendo con el paso del tiempo por los rayos ultravioletas.
Algunos presentan símbolos mitológicos o religiosos dibujados con ceniza blanca y otros están rematados con pináculos decorativos inspirados en elementos místicos que —según la calidad de su facturación— determinaban el valor de la construcción y el estatus social de la familia. Las paredes son de doble capa (donde están empotradas las chimeneas, hornos y alcobas) y su grosor crea el aislamiento necesario para mantener estable la temperatura en el interior. Agencias