ROMA. Benedicto XVI advirtió de que la «tibieza desacredita al cristianismo», al abrir este lunes en el Vaticano el sínodo sobre la ‘nueva evangelización’, donde se constató el «tsunami de la secularización» que sacude las iglesias de occidente.
«El cristiano no debe ser tibio, (el texto de) el Apocalipsis nos dice que es el mayor peligro del cristiano», declaró el papa a los 262 sacerdotes sinodales y a un centenar de expertos llegados de todo el mundo, al comienzo de este concilio de tres semanas, que trata de encontrar los medios para anunciar el Evangelio en países tradicionalmente cristianos donde los fieles se alejan de las iglesias.
Joseph Ratzinger, quien parecía cansado, insistió en su idea de que los obispos y el papa «no hacen la Iglesia» como un parlamento «promulga una constitución». «La Iglesia no comienza por nuestra acción, Dios actuó primero», dijo.
El cardenal de Washington, Donald William Wuerl, ponente del sínodo, habló de un «tsunami de influencia secular que se abatió sobre el conjunto del paisaje cultural, llevándose consigo referentes sociales como el matrimonio y la familia».
«La secularización dio forma a dos generaciones de católicos que no conocen las oraciones fundamentales» y «generaciones enteras se separaron de los sistemas de apoyo que facilitaban la transmisión de la fe», subrayó el prelado estadounidense. «La visión se disolvió», constató, llamando a los católicos a «recuperar claramente su identidad» y a tener «confianza» al afirmar su fe.
«Los pecados de unos pocos fomentaron la desconfianza hacia ciertas estructuras fundamentales de la Iglesia», dijo, haciendo alusión al escándalo de los sacerdotes pedófilos, especialmente en Estados Unidos.
La víspera, Benedicto XVI pidió a los cristianos «convertirse» interiormente evocando su «fragilidad», es decir, su «pecado personal y comunitario, gran obstáculo para la evangelización». «Solamente siendo purificados los cristianos pueden encontrar el orgullo legítimo de su dignidad de hijos de Dios», advirtió.
El papa alabó el Concilio Vaticano II, inaugurado hace 50 años, «la expresión más universal y el impulso más autorizado» del dinamismo espiritual.
Estas declaraciones del papa se producen en un momento en que el nuevo prefecto para la doctrina de la fe, el arzobispo alemán Gerhard Ludwig Müller, indicó en la emisora de radio alemana NDR que no estaba prevista ninguna nueva discusión con los integristas lefebvristas, que se oponen al Vaticano II.
Ratzinger no habló sobre los escándalos que sacudieron el Estado del Vaticano, ni sobre el juicio de su mayordomo Paolo Gabriele, que concluyó el sábado con una condena de 18 meses de cárcel por «robo agravado» de documentos confidenciales.