Estatua de Santa Efigenia fotografiada durante la procesión que los peruanos de ascendencia africana realizan todos los años en La Quebrada
LA QUEBRADA. Los devotos que acompañan la procesión de Santa Efigenia cantan entusiastas ritmos afroperuanos intercalados con solemnes himnos católicos por las calles polvorientas de este pueblo del Pacífico.
Frente a las andas de la única santa católica africana que se venera en Perú, un niño recita versos populares sobre la llegada de los esclavos a estas tierras desde Angola, Mozambique y Tombuctú.
Otros bailarines de un grupo llamado «La carimba» —que era la marca obligatoria con hierro candente en las pieles de los esclavos— mueven sus cuerpos al compás del sonido que producen el cajón de madera y la quijada de un burro.
Los fieles se animan y aplauden.
En el siglo XVIII la orden de San Camilo construyó en La Quebrada una capilla en honor a Santa Efigenia cuyo culto se popularizó entre los esclavos, dice Roberto Sanchez, historiador estadounidense de la universidad de Gallaudet, quien estudia el tema.
Añade que el culto a la santa se extiende por Brasil, Venezuela y Cuba, países con grandes migraciones africanas.
«En Brasil hay varias iglesias con su nombre, hay imágenes en alguna iglesia de Venezuela y en Cuba el cementerio más renombrado tiene su nombre», precisa Sanchez.
El fervor por la santa de origen etíope quedó en el olvido por casi dos siglos, hasta 1994, cuando Efigenia adquiere una fiesta propia debido a la revalorización de la cultura afroperuana impulsada con fuerza por activistas de raza negra.
Familias enteras arriban hasta La Quebrada, a 138 kilómetros al sur de Lima, para venerar a Efigenia el 23 de septiembre. Llegan en furgonetas que los trasladan a este poblado de vías sin pavimentar de más de mil habitantes.