300 unidades de autobuses, pertenecientes a la línea Conductores Unidos que cubren la ruta Petare – Guarenas –Guatire, se quedaron sin lugar fijo para aparcar, luego que 70 familias pernoctaran en su estacionamiento pasa exigir adjudicación de viviendas
A fin de exigir una oportunidad para obtener una vivienda digna, un grupo de 70 familias se apostaron en un estacionamiento de la Calle 3-A, ubicado en La Urbina, municipio Sucre del Estado Miranda, justo al frente del complejo habitacional socialista Willian Lara, el cual pertenece a la Gran Misión Vivienda en Venezuela (GMVV).
Esta acción, que si bien es una “forma de lucha para la dignificar la vida de cientos de personas”, según explicó uno de los tomistas, ha perjudicado a un gremio que presta servicios a numerosos ciudadanos, pues estos espacios eran utilizados como estacionamiento de línea Conductores Unidos que cubren la ruta Petare – Guarenas –Guatire.
En consecuencia, actualmente los transportistas no tienen lugar en donde guardar, reparar e incluso asear a las unidades; mientras que en las horas de servicio, no poseen sitio adecuado para aguardar el turno de abordar pasajeros y emprender su viaje; por lo que se ven en la obligación de pararse en las calles y aceras, lo que les ha ocasionado diferentes problemas.
“Nosotros tenemos aproximadamente 300 unidades y ahora estamos haciendo maromas para poder estacionarnos; alquilamos un terreno temporal, pero no tiene capacidad suficiente para todas las unidades. La otra opción que nos hemos visto en la obligación de tomar, es pararnos en la calle, pero los policías nos tienes hostigados porque -a favor de la verdad- congestionamos la vía y se hace más cola”, manifestó Keila Castro, fiscal.
En ese sentido, indicó que los pasajeros también se ven perjudicados, pues las camionetas se tardan más en llegar al Terminal y cargar. “Al no tener donde quedarnos, hay que ponerse a dar vueltas y vueltas, por lo que bajamos nuestra eficiencia de trabajo forzosamente”, señaló Castro.
¿Terreno privado?
Los choferes aseguraron que el terreno tiene un dueño al que le cancelan una mensualidad para poder ocuparlo, aunque no mantienen contacto directo con él y este no se ha presentado a reclamar su propiedad. Sin embargo, los invasores creen que el lugar “fue expropiado para la construcción de viviendas”, más no poseen certeza de la veracidad de esta información.
“A nosotros nos dijeron que este lugar era del Gobierno, que aquí iban a levantar unos edificios de la GMVV. Por eso nos metimos, para ejercer presión para que nos atendieron y nos brindaran una solución, pero aquí no ha venido nadie, ni los choferes, ni el supuesto dueño para reclamar nada”, afirmó un joven, quien prefirió mantener su identidad resguardada.
Sin respuestas
De la misma forma, el ocupante precisó que ninguna entidad competente se ha presentado para ofrecerle alguna respuesta, a pesar que ya llevan nueve días en el lugar; por lo cual destacó que “su permanencia será indefinida”, o hasta que les propongan otras opciónes.
Presuntamente, las personas que se encuentran en la zona -entre las cuales permanecen 117 menores de edad, seis abuelos y ocho mujeres embarazadas- son provenientes de varias lugares de Caracas y poseen “altas necesidades de viviendas”, por lo que decidieron tomar el lugar a fin de llamar la atención de las autoridades.
“Ni siquiera estamos pidiendo concretamente una vivienda de inmediato, aunque por supuesto que eso sería lo ideal, pero nos conformamos con que momentáneamente nos lleven a algún un refugio. Cualquier cosa sería mejor que estar viviendo a la intemperie”, concluyó el invasor.
En cifras
En la situación de invasión que se registró desde el pasado martes dos de octubre, en un estacionamiento de la calle 3-A de La Urbina, ha dejado como consecuencia un total de:
300 unidades de transporte perjudicadas
70 familias exigiendo viviendas dignas, entre las cuales hay
117 menores de edad
6 adultos mayores
8 mujeres embarazadas
“La calles 2 y 3-A necesitan cariño”
En los últimos meses las calles 2 y 3-A de La Urbina ha sufrido numerosos cambios, tales como la construcción de edificaciones para damnificados, la división de la vía por una “titánica reja”, invasiones y el progresivo aumento de la inseguridad.
Ante esto, algunos vecinos aprovecharon la oportunidad para pedirle a los organismos competentes que se aboque a darle “un cariñito” a las zona, pues el monte de las aceras está “alto y muy crecido”, sin sumar lo deteriorado de las caminarías, donde en el cemento levantado se crían plagas de ratas y cucarachas.
Anabel Barrios Díaz
abarrios@diariolavoz.net