Como la profesionalidad se pone en riesgo, no es conveniente tener un amorío en el trabajo. Además, si la relación llega a su fin, lidiar con eso, puede costar bastante. Por esto habrá que pensarlo bien antes de dar el paso definitivo
En el tercer encuentro, a la salida del trabajo, Jennifer se acerca cariñosamente a Mario. Él la atrae hacia sí, la aprieta fuertemente contra su pecho, la besa suavemente y la toma de la mano con el mayor de los orgullos
Como el amor es una experiencia impredecible; incluso en el trabajo, se puede encontrar, y en cualquier lugar. No obstante, una situación semejante tiene sus desventajas, porque el profesionalismo peligra cuando mezclamos el ambiente laboral con la vida personal.
Asimismo, si la relación no prospera puede ser que semejante riego no merezca la pena, por lo que tendremos que convivir con aquél aunque más de una herida abierta nos quede, aparte de que tengamos que hacer frente a unos cuantos comentarios que se mantendrán en el ambiente un buen tiempo.
A pesar de lo anterior, ese romance puede ser el definitivo para hacer una vida de pareja estable y de una vez acabar con la soledad, así que habrá que pensar bien antes de tomar una decisión.
1. El primer día de labor
Jennifer, de veintiocho años de edad, ojos claros, bonita figura, luce impecable en su primer día de trabajo. Elige para la ocasión una blusa de seda gris con una falda negra que entalla su cuerpo, de formas armónicas, mientras esa vestimenta la hace lucir elegante.
Mario, apuesto, de ojos verdes y cabello negro, no espera a que le presenten la nueva compañera de trabajo sino que, inmediatamente, le extiende su mano y le sonríe mientras al mismo tiempo la detalla con detenimiento.
Aunque se percata del interés de Mario, Jennifer le sonríe amigablemente. En el instante en que la observa, él piensa que es la mujer más hermosa que ha visto hasta el presente. Entonces, desde de ese momento, se enamora de esta dama que también aprecia lo bien parecido que él es. No obstante, los dos no pueden evitar sentir un temor que los hace dudar de tomar el riesgo de manifestar esa atracción que los invade, pues el profesionalismo que deben mantener se puede ver afectado cuando las emociones los hagan perder el control y les nublen la razón.
Los días transcurren. Mario no tarda en hacerse amigo de Jennifer. A medida que la simpatía crece, la atracción también lo hace. Por ello, a los dos les resulta inevitable luchar contra lo que sienten, pero Jennifer prefiere estar segura de que esa relación será duradera.
Mario se dirige todos los días al Departamento de Administración donde ella se encuentra para saludarla, hasta que no tarda en invitar a almorzar a Jennifer, que comparte el mismo sentimiento de amor, pero prefiere contenerse para evitar equivocarse y poner en riesgo su sustento.
Llegan al lugar. Piden una mesa lejos del ruido. Mario le sugiere un plato casero muy rico que él acostumbra comer ahí que es la especialidad del lugar. Jennifer lo aprueba. Le agradece la invitación porque él será el enlace para conocer al personal de la compañía.
En un gesto imprudente, Mario busca rozar la mano de ella. Los hermosos ojos verdes de Jennifer denotan sorpresa. No le disgusta el roce de mano, pero se siente incómoda por esta acción que considera demasiado repentina. Esto lo nota él y le pide disculpas. Además, ella está consciente del riesgo que representa dar rienda suelta a un sentimiento que no está segura de que sea permanente.
2. Un romance en puertas
A la semana, cuando en la mañana Jennifer llega a la empresa, se encuentra con Mario. Para ella, este caballero luce más apuesto de lo acostumbrado. Él le da un beso en la mejilla y alaba su belleza, lo linda que está esa mañana. Ella le sonríe. Él la invita a almorzar. Durante el almuerzo, Mario le dice que es divorciado, que estuvo casado durante diez años, pero su esposa y él cuando descubrieron que habían dejado de quererse tomaron la decisión de cada uno hacer por separado su vida sin arrepentimientos.
Jennifer considera que Mario es muy encantador, pero le parece extraño que un hombre tan apuesto como él no tenga pareja. Parece adivinar lo que piensa. Le dice: He estado esperando el verdadero amor y ya lo encontré.
3. Una relación a la vista de todos
Pasan algunos días. Jennifer llega puntualmente a la oficina y se sorprende cuando encuentra un precioso ramo de flores encima de su escritorio. Es de Mario. La tarjeta dice: Te amo. Ella corre a donde está él para darle las gracias. Quedan en verse a la salida del trabajo.
A su oficina, Mario pasa recogiendo a Jennifer. Van a un sitio que se especializa en comida italiana. Piden una botella de vino. Hablan, ríen. La pasan muy bien. Mario se acerca a ella y le roba el beso más dulce que una mujer puede recibir de un hombre. Jennifer comienza a dejarse enamorarse por él, a sentirse segura a su lado, a dar rienda suelta a sus sentimientos y a la pasión que siente por Mario.
En el tercer encuentro, a la salida del trabajo, Jennifer se acerca cariñosamente a Mario. Él la atrae hacia sí, la aprieta fuertemente contra su pecho, la besa suavemente y la toma de la mano con el mayor de los orgullos.
Pasan las semanas, la relación entre Mario y Jennifer se hace más sólida cuando se van compenetrando cada vez más. Están juntos amándose y sus cuerpos forman uno.
Mario es un amante tierno y, a la vez, sumamente apasionado. Jennifer es feliz con él porque le ofrece una relación sincera que –aunque está a la vista de los compañeros de trabajo de ambos- es merecedora del respeto de todos tanto dentro como fuera de la empresa. Entonces, piensa Jennifer valió la pena esperar antes de dejar que el sentimiento que Mario le despertaba floreciera para estar segura de que ése era el hombre de su vida.
¿Un romance en la oficina?
Como la profesionalidad se pone en riesgo, no es conveniente tener un amorío en el trabajo. Además, si la relación llega a su fin, lidiar con eso, puede costar bastante. Por esto habrá que pensarlo bien antes de dar el paso definitivo.
A pesar de lo anterior, ese amor que llega dentro del recinto laboral puede ser el que siempre hemos esperado, pero cuando esto ocurre es mejor que uno de los dos busque un cambio laboral, para marcar la imprescindible distancia entre el oficio y la vida personal. O por lo menos, hacer pública la relación cuando se esté seguro que la misma será permanente.
La Voz de la mujer
Isabel Rivero De Armas
isabelrivero70@hotmail.com