«Sabemos que las minorías étnicas padecen más accidente cerebrovascular y con peores resultados, y la depresión después de un ACV está asociada con un mayor nivel de discapacidad», dijo la autora principal, doctora Lesli Skolarus
BOSTON (Reuters Health) – La depresión después de un accidente cerebrovascular (ACV) es más común en los hispanos que en los blancos no hispanos o los afroamericanos, una diferencia que un nuevo estudio atribuiría al nivel de educación y cobertura de la salud.
Un equipo de la University of Michigan presentó los resultados de un estudio sobre información reunida durante 11 años a través de la Encuesta Nacional de Salud en la Reunión Anual de la Asociación Neurológica Estadounidense.
«Sabemos que las minorías étnicas padecen más ACV y con peores resultados, y la depresión después de un ACV está asociada con un mayor nivel de discapacidad», dijo la autora principal, doctora Lesli Skolarus.
«Lo importante es que la depresión se puede tratar, de modo que si es la causa de diferencias étnicas (en otros aspectos de la evolución después de un ACV) es un problema que podemos resolver», agregó.
La Escala 6 de Kessler reveló que entre los 8.143 adultos que habían tenido un ACV y residían en la comunidad, un 13 por ciento de hispanos había padecido depresión después del infarto cerebral, comparado con el 9 por ciento de los blancos no hispanos y los afroamericanos.
Tras ajustar los resultados según los factores demográficos y socioeconómicos, el equipo determinó que los afroamericanos eran un 41 por ciento menos propensos que los blancos a desarrollar depresión después de un ACV, mientras que los hispanos tenían el mismo nivel de riesgo que los blancos.
Los factores socioeconómicos incluidos en el modelo fueron la proporción de participantes beneficiarios de Medicaid o sin seguro de salud (el 46 por ciento de los hispanos versus el 16 por ciento de los blancos no hispanos) y la proporción de pacientes con un nivel educativo de hasta octavo grado (el 38 por ciento de los hispanos versus el 10 por ciento de los blancos).
Los hispanos eran más jóvenes que los blancos (61 versus 69 años).
La literatura médica sobre depresión sugiere que los hispanos tendrían más depresión que los blancos, no así los afroamericanos, según comentó Skolarus.
El doctor Huanguang Jia, científico especializado en salud del Sistema de Salud de Asuntos del Veterano de Florida del Norte/ Georgia del Sur, en Gainesville, mencionó que en sus estudios había hallado tasas más altas de depresión post-ACV que el nuevo estudio, pero también había identificado indicios de una mayor carga de la enfermedad en los hispanos.
«Aunque varía el porcentaje, las nuevas estimaciones sobre los patrones de la depresión (…) son bastante consistentes», explicó Jia, que no participó del estudio.
Jia expresó que las tasas más altas de depresión se registran inmediatamente después de un ACV y, luego, disminuyen a medida que los pacientes se van adaptando a sus limitaciones.
En el estudio, el equipo no determinó cuánto tiempo había transcurrido desde los ACV.
Skolarus recomendó bajar el umbral para controlar a los beneficiarios de Medicaid o con menor nivel educativo para identificar la depresión después de un ACV. Consideró también que los médicos no les preguntan a los pacientes si están deprimidos, independientemente de la etnia, con la frecuencia que deberían hacerlo.
Skolarus recordó que estudios previos habían sugerido que la depresión después de un ACV estaría «ampliamente subtratada». Y dijo: «Nos concentramos en la prevención del ACV, del segundo ACV, y a veces pasamos por alto la depresión».
La experta consideró «que más pesquisas y más tratamiento influirá en la calidad de la atención de los pacientes, su calidad de vida y los resultados». Jia coincidió: «Si el paciente tiene depresión o se siente deprimido, eso influirá en su rehabilitación. Al controlar la depresión de manera oportuna y efectiva, también mejorará la recuperación física».
Agencias