Capriles sacó a la oposición del ghetto y la puso en “El Camino”. Malgastar el avance que se logró por no haber logrado el avance que se quería no se llama “luto” o “despecho”: Tiene un nombre mas fuerte…
Henrique Capriles fue electo candidato en las elecciones primarias del 12 de febrero de 2012, apenas ocho meses antes de las elecciones del 7 de octubre. La campaña electoral arrancó formalmente el 1ro de Julio, tres meses antes de los comicios. Hoy, algunos que creyeron que en tres meses de campaña o en ocho meses de existencia la candidatura de Capriles “debía” derrotar la hegemonía del proyecto totalitario muestran amargamente su decepción, y manifiestan en las redes sociales o en el cara a cara familiar su disposición a “no votar más nunca”, porque supuestamente “hubo fraude” y porque “esta dictadura no se acaba con votos”. Ironías de la vida: Muchos de los que así se expresan resulta que desde hace muchísimo tiempo habían adquirido “paquetes vacacionales” y comprado los respectivos tickets aéreos para irse de vacaciones ANTES del venidero 16 de diciembre, fecha de las próximas elecciones regionales…
Leyendas urbanas no sustituyen votos…
Las neo-dictaduras, las dictaduras del Siglo XXI, efectivamente “no se acaban con votos”… ¡Pero sin votos tampoco! La legitimidad de cualquier alternativa democrática se basa precisamente en contar con el apoyo mayoritario de los ciudadanos. Surge entonces el tema del “fraude”, según el cual “somos mayoría, pero perversas estrategias tecnológicas impiden que esa mayoría se haga evidente”: Que si el satélite chino, que si el hacker ruso, que si el cable submarino cubano, que si millones de votos virtuales almacenados en un “pendrive” rojo-rojito… en fin, una buena cantidad de teorías conspirativas que se caen todas como un castillo de naipes cuando se estrellan con esta realidad, sólida como una roca: Ocurre que la inmensa mayoría de las mesas electorales donde el oficialismo saca la casi totalidad de los votos (resultado estadísticamente irregular y evidentemente fraudulento)… ¡Son mesas manuales, mesas donde el “fraude electrónico” no es posible porque simplemente no hay máquinas!
Ventajismo = Crimen organizado
Viene entonces un tercer tópico, bastante mas serio: El tema del ventajismo elevado a la condición de política de Estado, transformado no solo en “irregularidad electoral” sino en delito, y no en cualquier delito sino en crimen organizado, al agavillar a funcionarios de muy diverso rango y naturaleza con dirigentes del partido en el poder para hacer uso y abuso de recursos públicos, primero en la campaña oficialista y luego para la movilización y acarreo de votos del candidato gobiernero. Esto no es “leyenda urbana”, esto es real, y –crimen al fin- debe ser denunciado y en cada caso la alternativa democrática debe elaborar un expediente completo para que –cuando nuestros país vuelva a tener una justicia independiente- ésta pueda proceder a establecer responsabilidades y administrar sanciones. Pero, incluso en este caso, no se puede pasar por alto el siguiente “detallito”: ¡Sólo se pueden acarrear los votos que se tienen! Sin votos en los sectores populares, no hay “Operación Remolque” ni “Operación Remate” que valga. La necesidad de construir una nueva mayoría sigue siendo, entonces, una materia pendiente. Y precisamente en esa dirección el logro alcanzado en las jornadas de trabajo y lucha que desembocaron en las elecciones del 7 de Octubre es muy, muy importante.
Verdaderas razones del crecimiento
En efecto: El logro más importante de la gesta de Henrique Capriles NO ES haber logrado elevar la votación histórica de la oposición en mas de DOS MILLONES de votos; Su éxito más relevante NO ES haber hecho avanzar el voto democrático en TODOS los estados del país; Su mérito mas sonado no es haber descongelado el esquema “60-40” y colocar la correlación entre oficialismo y alternativa democrática en 55-45, prácticamente “mitad y mitad” de la población. Todas esas verdades cuantitativas son en realidad CONSECUENCIAS de una nueva realidad cualitativa, que se expresa en lo político, lo social y aun en lo geográfico: Capriles sacó a la oposición venezolana del ghetto de estancamiento en el que Chávez la habia metido desde 1998, y la puso al fin en un camino de crecimiento. Políticamente, antes de Capriles la oposición sólo hablaba consigo misma. Con Capriles se inició el intercambio con sectores independientes o incluso vinculados al chavismo; Socialmente, antes de Capriles la clase media opositora sólo hablaba consigo misma. Con Capriles se consigue al fin interlocución con otros sectores sociales, alcanzándose logros tan importantes como el apoyo de la mayoría de la dirigencia obrera ex-chavista de Guayana; Geográficamente, la oposición sale al fin de sus “zonas de confort” (¿recuerdan aquella vergonzosa época en que todos los dirigentes opositores solo querían ser candidatos por Chacao, Baruta o El Hatillo?), y su campaña privilegia como escenario la Venezuela profunda, tocando en un ritmo febril municipios, parroquias y pueblos que muchos caraqueños ni siquiera sabían que existían. Esos logros cualitativos son los que permitieron que mientras Chávez, con todo el poder del Petro-Estado a su favor, solo subió unos pocos centenares de miles de votos, Capriles hizo subir la votación alternativa en más de dos millones trescientos mil sufragios.
Descubridores de lo evidente…
¿Qué tal avance no fue suficiente para ganar? ¡Obvio! Pero no haber conseguido el avance que se quiere no puede llevarnos a malgastar el avance que se tiene. Una conducta así no se llama “despecho”, “luto”, “guayabo” o “duelo”. El verdadero nombre de una conducta así es suicidio. Con su pueblo por pueblo, su casa por casa, su cara a cara, Capriles transformó a la “oposición” en “alternativa”, y la colocó en el dintel, en la puerta de las mayorías empobrecidas de este país. La tarea ahora es atravesar esa puerta, hermanarse con esa mayoría empobrecida y pasar de “alternativa” a fuerza victoriosa, pues la victoria electoral no es resultado de “campañas milagrosas”, sino consecuencia de victorias sociales y políticas construidas con constancia y claridad mucho antes de los comicios.
El que quiere besar busca la boca…
“¿Y cómo se hace eso?”, preguntarán algunos. “¿No está probado ya que los pobres votan por Chávez aunque su gobierno los maltrate?” En realidad lo que está probado es que si la alternativa democrática desea expresar las aspiraciones de justicia social, bienestar económico y reconocimiento político de los pobres, debe apelar a ellos en forma directa. La campaña de Capriles, en vez de hablarle directamente al sector mayoritario de la población (siete de cada diez venezolanos vivimos en barrios o urbanizaciones populares) le hablaba a un “todos” genérico: “Empleo para todos”, “seguridad para todos”, “derechos para todos”. Una campaña dirigida por una lógica y un imaginario de clase media supuso que en ese “todos” los pobres “debían” sentirse “incluidos”, cuando en realidad estaban siendo diluidos. Incluso cuando el discurso del candidato se refería expresamente a los pobres, el discurso de la campaña seguía referido a ese “todos” genérico, insuficiente y fantasmal.
En ese sentido, la construcción de una nueva mayoría sobre la base de este nuevo nexo entre alternativa democrática y sectores populares que hoy es posible gracias a la gesta encabezada por Capriles, debe tener muy claro el porqué, el cómo y el para qué de esa nueva relación. A eso dedicaremos nuestras líneas de la próxima semana.
Radar de los Barrios
Jesús Chuo Torrealba
Twitter: @radaremergencia