El venezolano Gabriel Díaz vino de Alemania para mostrar su espectáculo sobre la legendaria intérprete cubana encarnada por Mariaca Semprún
Ha materializado uno de sus sueños. Y desde el pasado jueves 1 de noviembre lo muestra en el teatro Trasnocho. Es su espectáculo “La Lupe, la reina del desamor”, dramático monólogo protagonizado por la actriz y cantante Mariaca Semprún y con el apoyo de un acoplado quinteto de músicos. Se trata de Gabriel Díaz (1972), un reconocido director teatral venezolano con 12 años de residencia en Alemania, donde ha logrado destacar con sus acertados trabajos escénicos, quien ahora enseña qué aprendió y cómo lo exhibe.
Cuenta el director Díaz, también autor del texto del unipersonal, que él y sus tres hermanos, además de su propia “Madre Coraje” recién divorciada, se instalaron en Caracas procedentes de Maturín, durante los años 80. “No había lujos pero sí mucho amor. Aquí conocí los muros grises y los caminos verdes, estudié en un colegio de la fundación cristiana Fe y Alegría y le escribí todos los años, en el mes de mayo, su poesía a la Virgen María y, aunque odiaba las convivencias, terminaba siempre llorando en todas ellas y prometiendo ser cada día más bueno que el día anterior. Quería ser escritor y terminé, antes que el teatro me raptara, buscando letras perdidas en la avenida Andrés Bello. Podría contar tanto. Hay muchos nombres, historias y recuerdos, pero ahora no es tiempo para eso”, dice nuestro entrevistado.
Oportunidad germana
–¿Por qué se instaló en Alemania?
-Alemania es para mí una bendición y para todo aquel que haga teatro, hay salas en cada esquina. Han luchado siempre y sigue luchando por la descentralización. Aunque Berlín después de la caída del Muro se ha convertido en el punto fuerte de Alemania, tanto los políticos como las autoridades municipales luchan porque todas las ciudades germanas tengan, de cierta forma, igualdad y opción a competir. Es sorprendente ver urbes con poblaciones de 40 mil habitantes o menos, con salas exhibiendo espectáculos con la calidad que cualquier capital del mundo desearía. La cantidad de teatros es impresionante. Lamentablemente, la crisis y la economía ha empezado a jugar en contra de los teatros y ahí es cuando nos hacemos la pregunta: ¿por qué no se fusionan más y en vez de tener en una ciudad: una ópera, una orquesta, un teatro y ballet y a 30 minutos en la próxima ciudad otra ópera, otra orquesta, otro ballet?
-¿Fue elección correcta?
-Me instalé en Alemania porque tenía un muy buen amigo germano, que había visto un par de cosas mías y quería que montara un musical latinoamericano. Lamentablemente, en el momento en que lo planificamos, llegaron unas agrupaciones argentinas y brasileras con sus espectáculos y eran más rentables porque estaban listos para llevarlos a escena. Empecé de cero y nada mejor que aprender alemán y buscar trabajo en el teatro. También me enamoré y como siempre había tenido muy mala suerte en el amor me dije: esto, no lo dejo yo así, yo me quedo un rato más. Y han pasado 12 años y retornaré al culminar aquí mi trabajo.
-¿Al trabajo cómo llegó?
-Por las relaciones que hacia pude contactar a un dramaturgo que dirigía el Teatro de Rostock, intercambiamos teléfonos y unas semanas más tardes me llamó para decirme que se cambiaba a un teatro el oeste de Alemania y que le mandara mis papeles porque estaba buscando directores. Unas semanas después que le envíe mis papeles me ofreció un puesto fijo en su Teatro Landestheater Eisenach como director fijo. Empecé a dirigir y no he parado más. Mi primera montaje fue una obra de Pam Gems sobre Marlene Dietrich, le siguió un musical de Peter Lund, “Baby Talk”, después vino un musical para niños, “Der Lebkuchenmann” de David Wood, siguió la obra que más amo y mi primera ópera: “Un tranvía llamado deseo” de André Previn. Con ella me convertía en el segundo director en mostrar esa obra en Alemania, en Giessen. Y no cuento más porque son 12 años de labores exitosas, que las páginas alemanas de espectáculos han reseñado.
Raíces latinas
-¿Por qué en Caracas con un espectáculo sobre la Lupe?
-Siempre quise regresar con un espectáculo y en castellano. Pensé en una obra sobre Edith Piaf y soñé con la actriz Caridad Canelón. Pero tuve cambios en mi agenda y heme aquí con “La Lupe, la reina del desamor”, espectáculo sobre diversas facetas de Guadalupe Victoria Yolí Raymond, más conocida como “La Lupe”, cantante nacida el 23 de diciembre de 1939 en Santiago de Cuba y fallecida el 28 de febrero de 1992 en Nueva York.
-¿Cómo La Lupe lo atrapa en Alemania?
–Siempre escuché su música y me conmovió. Ahora soy ciudadano alemán pero mi alma es latina, mis raíces son de aquí. Comencé a indagar sobre su periplo vital y me atrapó definitivamente porque la envidia y el desamor fueron sus cruces, sus tormentos. La información sobre ella la bebí en Internet, donde hay de todo, porque en Alemania no tenía ningún libro. Comencé a escribir y escribir, teniendo un muro por delante: el tiempo escénico, porque hay que contar una historia teatral en dos horas o en menos. Comienzo con el show donde se gana un premio al interpretar un tema famoso de Olga Guillot y de ahí saltó a su sueño para triunfar y todos los obstáculos que tuvo. No debo contar las características de mi guión pero sí puedo resumir que logré, ayudado por Mariaca Semprún, el estilo desafiante, lacerante y alocado de la cantante en el escenario, lo cual molestó hasta el mismo Fidel Castro, su transformación de santera a ferviente cristiana, y su muerte en la pobreza. En mi obra mezclo elementos reales y ficticios sobre su vida, quien estuvo en la cima de la popularidad, para caer al abismo por los vicios. Entre canciones tan populares como: «Puro teatro», «La tirana» y «Fever», se cuenta una saga trágica y llena de vida de una mujer irreverente y sin igual, toda una reina del desamor, que yo he resucitado desde Alemania para mostrarla en Caracas
El Espectador
Edgard Antonio Moreno Uribe