La respuesta contundente de la Revolución es la comuna. Desde el poder central, la distribución del presupuesto ya no es solo exclusivamente vía situado constitucional, si no que un pueblo organizado, dueño de su propio destino, hoy es quien conociendo sus necesidades y prioridades, planifica y ejecuta los proyectos para su comunidad
La comuna es quizás una de las instancias más democráticas de ejercicio de gobierno, un hecho que se alinea perfectamente con la propuesta vertebral de la Revolución Bolivariana y de la oferta del presidente de la República, Hugo Chávez Frías, de dar más poder al pueblo. Posiblemente quienes diseñaron los diferentes niveles e instancias de gobierno del Estado no contaban que con el transcurrir del tiempo, las gobernaciones y alcaldías, se iban a minar de burocracia, entendida esta como superflua, debido a la demagogia y irresponsabilidad de muchos gobernantes que durante su estadía engrosaron las filas de empleados, sin una justificación adecuada. El resultado: cerca del 70%, e incluso en algunos casos, el 90%, del presupuesto de algunas instancias de gobierno se va en pago de nóminas, cuando las convenciones internacionales en materia de planificación gubernamental eficiente, sentencian que el gasto de nómina debería ser inferior al 30%, para que el resto de los recursos se destine a proyectos de inversión social para beneficio del colectivo. Indudablemente que no todas las gobernaciones y alcaldías padecen el mal aquí señalado. También es justo decir que la responsabilidad de estas desviaciones en los presupuesto recae sobre una generación de gobernantes y no sobre nadie en particular. Actualmente, las señales de alerta pueden servir para detener esta tendencia. No obstante, la respuesta contundente de la Revolución es la comuna. Desde el poder central, la distribución del presupuesto ya no es solo exclusivamente vía situado constitucional, si no que un pueblo organizado, dueño de su propio destino, hoy es quien conociendo sus necesidades y prioridades, planifica y ejecuta los proyectos para su comunidad. La plata, los recursos financieros, no tienen que pasar por tantos peajes, sortear funcionarios que retrasan la llegada a su destino final del dinero. Indudablemente, que esta loable tarea debe ir acompañada de formación de los integrantes de las comunas y la corresponsabilidad administrativa en el buen uso y manejo de las partidas que les fueron asignadas para cumplir un fin que beneficie al mismo pueblo. ¿Quiénes la chillan? Las roscas de contratistas y funcionarios pocos éticos que durante décadas han generado un contubernio que permite que sean ellos los más beneficiados, quitándole una buena tajada a los presupuestos de las obras, en detrimento del beneficiario final: la colectividad. Se ha demostrado que, no por asignar más presupuestos a las gobernaciones, ha aumentado la inversión en obras.
Miguel Pérez Abad