Damian Lillard, armador de Portland, encabeza el talento nuevo en el mejor baloncesto del mundo
La disputa entre gigantes y «pequeños» -las comillas por el eufemismo de llamar chicos a jugadores que pasan del 1,90), ha sido siempre uno de los temas de discusión alrededor de las figuras de la NBA. Es la fuerza rebotera de los grandotes, su dominio en la pintura, contra la habilidad de los exteriores que cuando combinan velocidad, manejo, penetración, disparo y visión de cancha, hacen su espectáculo aparte. En pocas palabras, aquello no tan preciso de que «el baloncesto lo ganan los grandes pero lo juegan los pequeños».
El talento joven es una aplanadora. Que va ganando espacios con su cada vez más impresionante condición atlética y obliga a los establecidos a meter el acelerdor. Algunos, como Greivis Vásquez, van afirmándose con la madurez que dan una o dos temporadas. Los debutantes, buscándose un cupo, van mostrando sus aptitudes, unos más unos menos, según los minutos que logren. Y esa lucha no para.
Esta vez la mayor atención se ha centrado en Anthony Davis, el grandote de Kentucky firmado por los Hornets. Luego de su experiencia en el «Dream Team» al mundial, pretemporada y el inicio confirmaron lo que es capaz de hacer. Lamentablemente, en la segunda salida recibió un codazo accidental (de un compañero) que le dejó fuera de acción, de manera preventiva. Ya había dejado constancia de su clase y un espectacular «puente» en combinación con Vásquez.
Pero ha sido un chico quien, en las primeras de cambio, se ha ganado los mayores elogios. Hizo una muy buena pretemporada (16.2 puntos, 5.8 asistencias, en ambos apartados el primero de los «rookies»), que confirmó las virtudes reflejadas en 23-11 acumulado con Weber St. en la trayectoria universitaria. Y le tocó debutar, como prueba de fuego, contra los Lakers (Kobe, Nash, Howard, Gasol). Solo que él resultó la figura del espectáculo, tanto que llamó la atención por su manejo de la ofensiva y terminó con doble-doble de 23 tantos y 11 asistencias.
Contra Oklahoma repitió el doble dígito en anotación (21) y agregó 7 asistencias. Rematando en el tercer partido (20-6 rebotes-9 asistencias) con solvencia de veterano para manejarse contra Houston con 14 unidades (5-4 de campo) 3 asistencias y una sola pérdida en el último cuarto y un período suplementario. Está listo, entonces, para conducir la ofensiva de los nuevos Blazers, con apenas 22 años.
Y no es el único que emerge con suficiencia. En los mismos Hornets está el base Austin Rivers, un egresado de Duke, con 1,93 y excelentes movimientos. Maneja con soltura el drible, la finta y el cuerpo en la penetración. Se ha visto excesivmente ansioso -y eso le perjudica-, pero tiene las condiciones para salir adelante.
Como lo están haciendo, por ejemplo, dos debutantes de Golden State. Festus Ezely, centro de 2,11, oriundo de Nigeria y Michael Kidd-Gilchrist, alero de 2,01, han dejado ver sus posibilidades, a pesar de que no figuran entre los favoritos de los analistas.}
En este caso están jugadores como Jonas Valanciunas, centro lituano de 2,11 que con 20 años luce listo para la brega, donde los Raptors (que comenzaron con empuje), lo están aprovechando. Joe Crowder (delantero de los Mavericks), Bradley Beal (Wizards, base con fuerza de penetración que puede sacarle partido al mes de ausencia del lesionado John Wall), Andre Drummond (Pistons, centro), Andre Nicholson (Magic, delantero), Jared Sullinger (Celtics, ala-pívot de 2,06 que ha mostrado buenos movimientos en la pintura), Harrison Barnes (Warriors, base) y Chris Copeland (Knicks, delantero), están en la lista de los que mejor apuntaron en sus sitios de origen.
A ver cómo enfrentan esa moliendo que es la NBA.
Armando Naranjo
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