Los fanáticos de los Marlins han vivido un año de pesadillas, tras los malos resultados y los radicales cambios producidos por el equipo
Los Marlins de Miami, uno de los equipos de Grandes Ligas con menor respaldo del público, volvieron a antagonizar a sus seguidores al decidir que un plantel de bajo costo es suficiente para su nuevo estadio.
Un canje masivo con Toronto, que incluye al estelar torpedero José Reyes, podría ahorrarle al dueño de los Marlins Jeffrey Loria hasta 150 millones de dólares, lo que provocó la furia de los residentes del sur de la Florida que ya han visto esta historia en el pasado.
«Todos quieren hablar sobre los Marlins y decir que ahora son un equipo de Triple-A», expresó el comisionado de la ciudad, Marc Sarnoff, uno de los que se opuso al proyecto del estadio nuevo en la Pequeña Habana. «Los Marlins perdieron toda su credibilidad con los fanáticos. Incluso si este canje resulta ser positivo desde el punto de vista deportivo, el público en general no lo considerará como positivo».
Miami se deshizo de Reyes y los pitchers Mark Buehrle y Josh Johnson como parte del canje, que el miércoles estaba pendiente de los exámenes médicos de rigor.
Loria rehusó hablar sobre la transacción al pasar frente a reporteros en el vestíbulo de un hotel durante la reunión de dueños de equipos en Chicago.
«Hoy no, muchachos», expresó Loria. «Si no se han dado cuenta todavía, no se los voy a explicar».
Los Marlins recibieron a varios prospectos de los Azulejos, además del torpedero cubano Yunel Escobar, pero eso no fue suficiente para apaciguar a los fanáticos de Miami que llamaban a los programas de radio para quejarse.
«La próxima decisión obviamente será que Fidel Castro haga el primer lanzamiento el próximo año», ironizó el moderador de un programa de radio, Jeff DeForrest. «Esa es la única forma de que alejen más a los fanáticos que les quedan».
El exmánager de los Marlins, Ozzie Guillén, fue suspendido durante la temporada pasada por elogiar a Castro en una entrevista y provocar la ira de la comunidad cubana de Miami. El venezolano fue despedido al final de la campaña.
Además, el estadio no atrajo la cantidad de público que el equipo esperaba, y apenas 2,2 millones de personas se sentaron en sus gradas, cuando las proyecciones de los Marlins estimaban unas tres millones. El equipo terminó último en la División Este de la Liga Nacional.
Con menos ingresos de lo esperado, Loria decidió bajar el telón a la breve era de contrataciones millonarias. Los jugadores canjeados tenían salarios combinados garantizados por 163,75 millones hasta 2018, incluyendo 96 millones sólo a Reyes.
Los salarios para 2013 incluyen 13,75 millones a Johnson, que está en el último año de su contrato; 11 millones a Buehrle y 10 millones a Reyes.
Tras el pacto con los Azulejos, se calcula que la nómina
de salarios de los Marlins para el comienzo de la próxima temporada rondará los 34 millones, lo que sería la menor desde el equipo desde 2008. Oakland tuvo la menor nómina de las mayores la campaña pasada con 53 millones.
La ira de los fanáticos estaba dirigida mayormente hacia Loria y el presidente del club, David Samson.
«La gente está enardecida», señaló DeForrest. «Es increíble deshacerse de todo el equipo, pero ya nada te sorprende con estos dos tipos».
Muchas quejas tenían que ve con el proyecto del estadio, que fue pagado principalmente con dinero de los contribuyentes después que Loria y Samson prometieron una era nueva con nóminas más altas y equipos más competitivos.
«Esto le enseñó una lección a muchos que votaron a favor del estadio: cuando te metes en una sociedad pública-privada, tienes que conocer a tu socio», sentenció Sarnoff.