La articulación de los pequeños y medianos empresarios con las empresas estadales ha facilitado el acceso a la materia prima y a los programas de financiamientos
A propósito de las recientes cifras de crecimiento anunciadas por el Banco Central de Venezuela (BCV), resalté en el programa Dando y Dando de Venezolana de Televisión, que el incremento consecutivo del Producto Interno Bruto (PIB) en nuestro país, posee –en estos tiempos- una característica diferenciadora con respecto a la IV República: La mejor distribución de la riqueza que deriva de ese crecimiento del PIB.
Ciertamente no es la primera vez que en el país se registra varios trimestres de crecimiento económico, pero no existe la menor duda que, el provento de ese crecimiento está sustancialmente mejor distribuido entre la población venezolana en estos tiempos de Revolución.
Desde los trabajadores y trabajadoras, pasando por la clase media, los sectores productivos nacionales, pequeñas y medianas empresas, e incluso trasnacionales son beneficiarios de la bonanza económica. De hecho, las cifras son más que elocuentes. Les recuerdo: del porcentaje de crecimiento total del PIB, cerca de un 70% corresponde al sector privado.
Frente a esta caracterización la periodista Tania Díaz me preguntó ¿Cuál ha sido la clave para que el pez gordo no se como al chiquito?, en clara alusión a cómo la captación del beneficio del crecimiento no se está quedando en los niveles más altos, en las grandes empresas nacionales o trasnacionales o en los grupos económicos que coexistían con el poder, algo que ocurría en la IV República.
Y mi respuesta la ratifico en este espacio: La fuerte presencia del Estado, del Gobierno Bolivariano, de la Revolución, del Socialismo, del presidente Chávez, todos estos factores –juntos- se han concatenado para que la distribución de riqueza sea de la manera más justa posible, y todos, absolutamente todos, salgan beneficiados, especialmente los sectores más necesitados y vulnerables. Pero en realidad, insisto, aquí están ganando todos.
La mejor política económica es una eficaz política social. Este sistema ha remontado la capacidad productiva del país garantizado mayor accesibilidad a los bienes y servicios Las pequeñas y medianas industrias operan fundamentalmente para satisfacer las necesidades internas del país, por lo tanto una eficiente política de distribución de riquezas eleva la capacidad de funcionamiento para atender la política social que impulsa el Estado venezolano.
La articulación de los pequeños y medianos empresarios con las empresas estadales ha facilitado el acceso a la materia prima y a los programas de financiamientos. Esto ha impulsado una economía de escala en nuestro país, y ya registramos pequeñas empresas que, por la capacidad productiva que han alcanzado, han migrado como medianas empresas.
Miguel Pérez Abad