MIAMI. Los servicios de apoyo a las adolescentes embarazadas en Estados Unidos son costosos, pero podrían ahorrar dinero a largo plazo, dicen sus defensores.
Cuando Kali González, de 15 años, quedó embarazada, la estudiante con honores contempló trasladarse a una escuela alternativa. Le preocupaba que los profesores la reprendieran por faltar a clase debido a sus citas con el médico o los mareos matinales.
Un consejero escolar le recomendó a la adolescente que se abstuviera de hacerlo, temiendo que ello bajara sus estándares.
El consejero se reunió con los maestros de su escuela, la secundaria St. Augustine, para confirmar que ella podría reponer tareas, comer en plena clase e ir al baño cada vez que lo necesitara. González, quien ahora tiene 18 años, mantuvo un promedio de A durante el embarazo. Aprovechó un programa de escuela en línea para padres estudiantes a fin de que ella pudiera quedarse en casa y cuidar de su bebé durante su primer año. Regresó a las aulas para cursar su último año de estudios y se graduó con honores en mayo.
No obstante, González es un ejemplo de éxito que no es común entre las estudiantes embarazadas. Las escuelas de todo Estados unidos están divididas sobre cómo manejar el asunto. Algunas escuelas expulsan o castigan a las estudiantes por ausencias relacionadas con sus embarazos. Muchas escuelas dicen que no pueden pagar los costosos programas de apoyo, como tutorías, cuidado de infantes y transporte para adolescentes que quizá viven relativamente cerca de la escuela pero demasiado lejos para llegar caminando si están embarazadas o traen un niño pequeño.
Casi 400.000 mujeres de entre 15 y 19 años dieron a luz en Estados Unidos en 2010, una tasa de 34 de cada 1.000, según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC).
Tales estadísticas han llevado a los defensores de los adolescentes a presionar por más adherencia a una ley de 1972 que prohíbe la discriminación sexual en actividades y programas educativos financiados con fondos federales, de acuerdo con un nuevo informe de la organización National Women’s Law Center (Centro Legal Nacional de la Mujer).
Fatima Goss Graves, vicepresidenta del centro para la educación y el empleo, alega que ofrecer apoyo adicional a las adolescentes embarazadas le ahorrará dinero a los contribuyentes en última instancia, pues la idea es ayudarles a estas mujeres a ser independientes financieramente, sin tener que depender de la asistencia social.
Sin embargo, los recortes presupuestarios han afectado estos esfuerzos.
Los legisladores de California eliminaron un programa para estas estudiantes en 2008, pese a que era exitoso. Dijeron que ya no era obligatorio y permitieron que los distritos escolares usaran esos fondos en otros programas.
Más de 100.000 estudiantes embarazadas y estudiantes que son padres participaron en el programa, que les ayudó con el trabajo de clase y los conectó con los servicios sociales. Elevó la tasa de graduación al 73% en 2010 —cerca de la tasa normal del estado— y sus defensores dijeron que las participantes fueron menos dependientes de la asistencia social y tuvieron menos probabilidades de quedar embarazadas de nuevo. Eso es superior a la tasa de otros condados, donde sólo el 30% de las adolescentes embarazadas y madres terminan sus estudios.
«Es lamentable que este programa tan eficaz haya caído presa de los enormes desafíos presupuestarios que enfrentamos como estado», dijo el superintendente estatal de Instrucción Pública Tom Torlakson.
Las estudiantes embarazadas a menudo son estereotipadas como de bajo rendimiento, pero los defensores de estos programas sostienen que en realidad sus embarazos motivaron a algunas a mejorar su desempeño escolar.
González, cuya hija ahora tiene dos años, dijo que sus calificaciones mejoraron después de que se embarazó.
«Hizo que me esforzara mucho más. Me aseguré de que no iba a ser parte de esa estadística», dijo González, quien ahora está casada y quiere obtener un título de enfermería.
Kelli Kennedy / AP