La salud del presidente Hugo Chávez vuelve a suscitar interrogantes en Venezuela con un nuevo viaje a Cuba para iniciar un tratamiento cuya finalidad médica no aclaró, tras haber limitado su actividad pública a pocos días de unas elecciones regionales clave para su nuevo mandato.
Chávez llegó a La Habana en la madrugada del miércoles, donde permanecerá por un tiempo indeterminado para someterse a un tratamiento complementario de oxigenación hiperbárica, informó el diario oficial cubano Granma.
El presidente, que no ha aparecido en público desde el 15 de noviembre, tampoco se dejó ver al partir a la capital cubana, donde hace seis meses finalizó su radioterapia contra la recurrencia de un cáncer detectado en 2011. Aunque se ha declarado libre de la enfermedad, de la que se desconoce su ubicación, también ha admitido que su estado de salud le impidió entregarse a fondo en la campaña para su reelección, que logró empero con holgura el 7 de octubre.
Para Luis Vicente León, presidente de la firma Datanálisis, su nueva partida a Cuba no es una sorpresa: «La enfermedad ha estado permanentemente ahí y en la campaña presidencial decidió curarse porque era importante» para su reelección.
El secretismo acerca de su estado se mantiene: por medio de una carta enviada el martes a la Asamblea Nacional, Chávez sólo dijo que empezaría el nuevo tratamiento como parte del proceso de «fortalecimiento» de su salud. Tampoco precisó una fecha de retorno, pese a la inminencia de las elecciones regionales del 16 de diciembre, en las que aspira a una contundente victoria de su campo para implantar su proyecto socialista.
Según León, su ausencia en esta campaña puede complicar esa ambición, ya que los Estados «críticos» necesitan a Chávez apoyando a sus candidatos, sobre todo en el populoso Miranda (norte), donde su rival en las presidenciales y actual gobernador, Henrique Capriles, se enfrenta al ex vicepresidente Elías Jaua.
El chavismo gobierna en la mayoría de Estados del país y aspira a arrebatar a la oposición feudos como Miranda, Zulia (noroeste) y Carabobo (norte). Para ello, «Chávez necesita estar físicamente ahí», asevera a la AFP este analista.
Incluso antes de las regionales, Chávez es esperado el día 7 en Brasilia para la cumbre de Mercosur, a la que dijo que asistiría, tras haberse ausentado prácticamente de todas las reuniones regionales en el último año y medio. Su cita más importante es empero el 10 de enero, cuando está prevista su toma de posesión ante la Asamblea Nacional para los próximos seis años.
Capriles instó el miércoles al gobierno a indicar «cuánto tiempo» va a durar el tratamiento y le pidió «transparencia» para evitar una mayor incertidumbre. Hasta ahora, Chávez no designó a ningún eventual sucesor, aunque todas las miradas están puestas en uno de sus más estrechos colaboradores, Nicolás Maduro, nombrado vicepresidente tras las presidenciales.
León cree que Chávez tampoco resolverá en esta ocasión el asunto: «Lo que ha hecho hasta ahora es dar más poder a algunos jugadores» como Maduro, también canciller, y Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional y número dos del oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).
«Es evidente que mientras el trono de Miraflores esté vacío, Nicolás Maduro y Diosdado Cabello están llevando la carreta. Son, como ya se venía diciendo, los hombres fuertes de esta revolución», dijo el colaborador Santiago Boccanegra en una columna publicada el miércoles en el diario opositor Tal Cual.
Carmen Beatriz Fernández, presidenta de la firma DataStrategia, ratifica que el tema de la sucesión está «pendiente», pero advierte de que los venezolanos están empezando a tratar el asunto como una «variable habitual» sobre la que es inútil especular. «Las venezolanos nos vamos acostumbrando a la enfermedad presidencial. Está ahí, pero no se tiene información fidedigna. Por eso el impacto en el debate nacional, aunque es fuerte, va siendo cada vez menor», dice Fernández.
Por ahora, los venezolanos están pendientes de estas nuevas sesiones de oxigenación hiperbárica, que se realizan dentro de una cámara sometida a una presión atmosférica hasta tres veces superior a la normal. El tratamiento tiene múltiples funciones, pero las opiniones médicas difieren sobre su eficacia contra el cáncer.
Según la American Cancer Society, este tratamiento se emplea para prevenir y tratar la osteoradionecrosis, una afección de los huesos que puede surgir tras la radioterapia, pero «no hay ninguna prueba» de que este tratamiento «cure» el cáncer, indica en su sitio web.
Aun así, es utilizado como tratamiento complementario contra los tumores cancerígenos en algunos países, inclusive en Venezuela, donde existen varias cámaras hiperbáricas.
AFP /Anna Pelegrí