El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, cumple hoy una semana en La Habana, adonde viajó para someterse a un tratamiento especial relacionado con la recuperación de su cáncer, mientras en Venezuela simpatizantes y detractores observan divididos el silencio del gobernante.
Elevando oraciones y esperándolo con fe, seguidores del líder socialista creen que está descansando para volver «repotenciado» al país, mientras que ciudadanos opositores denuncian el «hermetismo» que envuelve su enfermedad y elucubran sobre la gravedad del cáncer que le fue detectado hace un año y medio en Cuba.
«Sabemos que está en buenas manos con el pueblo cubano y con su medicina, que es una de las mejores del mundo. Lo están repotenciando porque va a llegar todo hecho un ‘Chaveznator'», dice convencido Jorge Moreno, de 45 años y propietario de una tienda de souvenirs revolucionarios.
En figuras de barro, camisetas o gorras, la imagen del presidente es omnipresente en este pequeño comercio del centro de Caracas, pero en la realidad la cosa es diferente. El pasado 15 de noviembre fue la última vez que los venezolanos vieron a Chávez. En aquella ocasión encabezó un consejo de ministros en el palacio de Miraflores.
Y, con más hermetismo del habitual, no se ha difundido aún ninguna imagen suya desde que llegó a la isla. «Él tuvo una campaña muy fuerte, terminando el tratamiento se montó inmediatamente en la campaña. El pueblo piensa que él debería tomar un reposo», considera Moreno al referirse a las elecciones del 7 de octubre, en las que el presidente logró su tercera reelección.
A escasas esquinas de la tienda de Jorge, Míriam Bolívar, un ama de casa de 58 años no falta a su cita diaria en la llamada Esquina Caliente de la plaza Bolívar, espacio de apasionadas discusiones chavistas. «Él tiene que cuidarse, tiene que pensar que es un líder y que si ya no está, quedaríamos huérfanos», señala a Efe esta venezolana que ora «todos los días» por la salud de Chávez pese a que lo ve «bien».
En la línea de Bolívar, Gloria Briceño, una funcionaria de 62 años, se declara «muy optimista». «Tengo fe en Dios y yo sé que Chávez está bien y todos tenemos que tener fe de que Chávez está bien, que él lo único que se está haciendo es un tratamiento para su salud, para que continúe en el bienestar que tiene», apunta esta trabajadora que descarta pensar «por ahora» en cualquier relevo en las filas oficialistas.
Creer, pensar u opinar son los verbos que más se conjugan últimamente entorno a la enfermedad presidencial, de la que el propio Chávez se ha declarado libre, pero de la que no se ha difundido ningún informe médico, ni se conoce su ubicación exacta.
«Me parece que sí, que está enfermo y que tenía que haberse presentado ya, que tenía que haber dado la cara», dice Jenny García, una comerciante de 49 años, quien pasea junto a su familia en un centro comercial del este de Caracas.
«¿Por qué a ellos no les interesa que nosotros sepamos que él está mal? Lo que debe hacer es sincerarse y si está así tan mal no debió participar en un proceso electoral», considera.
El vicepresidente venezolano, Nicolás Maduro, ha sido prácticamente el único vocero autorizado para hablar del estado de salud de Chávez y ha asegurado que está «muy bien» y «pendiente» de todos los actos de Gobierno.
Desde la oposición, reclaman «transparencia» sobre el asunto para acabar con las múltiples versiones que circulan en la calle y que parecen haber convertido a muchos venezolanos en expertos médicos. «Un paciente con cáncer no luce así. Se le ha visto el efecto de esteroides, pero está muy enérgico, muy fuerte. Pudo haber utilizado su enfermedad como mentira para ganar las elecciones», dice María, una comunicadora social de 28 años.
«Esto pareciera la estrategia de Fidel (Castro, líder cubano). Fidel vive enfermo, viven matándolo pero lleva ahí 20 años en ese rollo», dice.
En su columna semanal, el escritor Alberto Barrera ironizaba el domingo sobre las mil y una teorías que los venezolanos manejan estos días: «Se ha dicho que jamás se curó», «que el tumor volvió a aparecer en sus caderas», que su enfermedad es un «disfraz» para viajar a Cuba y «asesorar a las FARC en las negociaciones de paz».
O «que su enfermedad sólo es un guión de Fidel y que cuando Chávez va a Cuba, los dos se sientan al borde de una alberca, en una soleada casa de El Vedado y pasan horas carcajeándose, leyendo las diferentes noticias, tomando mojitos y muriéndose de risa».
«Creo que los venezolanos se merecen claridad, no estar en esto de si está bien o está mal», opina Johny Uray, un contador de 45 años.
EFE