Un equipo elaboró una lista de 50 alimentos elegidos al azar y encontró estudios de los últimos 35 años con riesgos y beneficios para la mayoría de esos productos. Pero la mayoría de esos argumentos carecían de pruebas sólidas
NUEVA YORK. Una nueva investigación sugiere que los estudios que dicen que cualquier alimento, desde la canela hasta la langosta, eleva o reduce el riesgo de cáncer a veces serían un disparate.
Un equipo elaboró una lista de 50 alimentos elegidos al azar y encontró estudios de los últimos 35 años con riesgos y beneficios para la mayoría de esos productos. Pero la mayoría de esos argumentos carecían de pruebas sólidas.
«Hallamos una gran cantidad de estudio, demasiados, que sugieren haber identificado alguna asociación entre ingredientes alimentarios y el riesgo de desarrollar cáncer», contó el doctor John Ioannidis, del Centro de Investigación en Prevención de Stanford, en California.
«La población se asusta o piensa que debería cambiar su vida y tomar grandes decisiones. Y las refutaciones son muy rápidas», agregó, y sostuvo que ese avance y retroceso puede distraer a la población de las asociaciones que sí cuentan con respaldo científico, como entre el tabaquismo y el riesgo de cáncer o los beneficios de consumir frutas y verduras.
«Hay pruebas muy contundentes, junto con mucha expectativa, de que algunos nutrientes estén asociados con el riesgo de padecer cáncer, ya sea porque eviten o promuevan la enfermedad.
Pero es muy difícil creer que casi todos los alimentos estarían asociados con el cáncer», dijo Ioannidis.
Con el doctor Jonathan Schoenfeld, de la Facultad de Medicina de Harvard, en Boston, Ioannidis seleccionó los primeros 50 ingredientes que encontraron en un libro de recetas elegidas al azar. La lista incluyó carnes, pescados, verduras, lácteos, panes y especias.
Luego, los autores buscaron cada uno de esos alimentos en una base de datos de revistas científicas para hallar estudios asociados con el cáncer y 40 de los 50 ingredientes (incluida la ternera, el apio, el queso y la mostaza) aparecían en 264 estudios.
En 103, el ingrediente estaba asociado con un aumento del riesgo de desarrollar cáncer, mientras que en 88 estaba asociado con una reducción de ese riesgo.
Casi todos los estudios sobre ingredientes como la cebolla, la zanahoria y el té habían identificado una disminución del riesgo de cáncer, mientras que los estudios sobre productos como la panceta (tocineta) y el azúcar atribuían un aumento del riesgo. Para muchos alimentos, los resultados eran bastante dispersos.
El efecto promedio detectado en los estudios casi duplicaba o reducía a la mitad el riesgo de padecer cáncer, según el rumbo de cada investigación. Aun así, los datos que respaldaban esas afirmaciones tendían a no ser convincentes, según coincidieron ambos autores.
En revisiones de múltiples estudios, las asociaciones entre cada alimento y el riesgo de cáncer eran más insignificantes o inexistentes, según publica American Journal of Clinical Nutrition.
«La gente no une la información de cada uno de estos estudios y percibe el escenario completo», dijo la doctora Teresa Fung, profesora de nutrición de Simmons College, en Boston. «Es un problema del sistema. También, de cómo se comunica la ciencia», agregó Fung, docente adjunta de la Facultad de Salud Pública de Harvard.
Claro que nada de esto significa que la nutrición no influye en el riesgo de padecer cáncer y del estado de salud general.
McCullough dijo que se están acumulando indicios de que el sobrepeso está asociado con distintos cánceres. Las guías de la ACS recomiendan mantener un peso saludable.
Pero cuando se trata de la alimentación específicamente, indicó que lo más importante sería concentrarse en los patrones alimentarios, en lugar de hacerlo en alimentos individuales.
Una vacuna inmunológica
Un grupo de científicos chilenos iniciaron la experimentación de una vacuna inmunológica «no invasiva» y compatible con otros tratamientos para combatir el cáncer de mama en estado avanzado, informaron hoy los investigadores.
El proyecto, que aún se encuentra en la primera fase de desarrollo, busca encontrar una cura efectiva que pueda «educar» el sistema inmunológico para que pueda atacar el tumor de mama triple negativo, explicó a Efe Claudio Acuña, biólogo de la Universidad de Santiago y responsable del equipo de investigación.
«La quimioterapia y la radioterapia luchan directamente contra el tumor. Lo que nosotros queremos hacer es activar el sistema inmunológico a través de un vacuna y que ataque la masa tumoral», argumentó.
Agencias