Benedicto XVI visitó este sábado como cada año la Plaza de España, en el centro de Roma, con motivo de la fiesta de la Inmaculada Concepción, y denunció “la agitación frenética” de la sociedad contemporánea.
El Papa de 85 años, que llegó al caer la noche en un “papamóvil” nuevo regalado por Daimler-Benz, fue aclamado por cientos de fieles, reunidos en la plaza y las calles vecinas.
Al pie de la columna erigida en la Plaza de España en honor a la Virgen María, el sumo pontífice depositó una gran corona de rosas blancas.
Comparando los “vacíos” del hombre moderno con “infiernos donde la vida humana está como arrastrada hacia abajo y hacia la nada, donde pierde su sentido y su luz”, afirmó que “los falsos remedios que el mundo propone para llenar esos vacíos, la droga, sobre todo, en realidad aumentan el abismo”.
Benedicto XVI sacó a colación el pasaje de los Evangelios sobre la Anunciación, en el que el ángel Gabriel anuncia a María su maternidad divina. Un acontecimiento de este tipo, comentó, “si se produjera en nuestra época no dejaría rastro en los diarios o revistas, porque es un misterio que se desarrolla en silencio”.
“Lo que es grande de verdad pasa a menudo desapercibido, y el silencio tranquilo resulta más fecundo que la agitación frenética que caracteriza nuestras ciudades”, explicó.
“La salvación del mundo no es el cometido del hombre, la ciencia, la técnica o la ideología”, insistió el Papa, que denunció la tentación de imponer una concepción cientificista de la existencia como verdad única, que para él es la principal razón de la crisis de la fe.