Cansados de esperar que les adjudiquen sus viviendas prometidas desde hace seis años, los refugiados decidieron instalarse en las afueras de un complejo habitacional de la Misión Vivienda, ubicado en San Agustín del Norte
Ocho carpas, dos mesas y un pipote de agua están instalados desde hace siete meses en la esquina Rondón de la parroquia San Agustín del Norte del municipio Libertador. Allí, 47 familias damnificadas decidieron instalarse a las afueras de un complejo habitacional de la Misión Vivienda para exigir su inclusión en el proyecto que ellos lograron impulsar.
El grupo de personas que se hace llamar Frente de Vivienda Simón Bolívar lleva más de seis años esperando una vivienda, pues muchos de ellos viven en casas que ya fueron declaradas en alto riesgo y otros en apartamentos que aunque no presentan ningún daño viven hacinados.
Kildare León, vocero de los afectados expresó que en vista de las condiciones en las que viven la mayoría de los vecinos, se presentó la problemática al ministerio de Vivienda y Hábitat, con la finalidad de pertenecer a la data de la Comisión Presidencial para Refugios Dignos- Copredi- y a través de una inspección garantizarle un techo digno a quienes lo necesitaban.
Excluidos del proyecto
Cuenta que pese a que fueron tramitados los documentos que respaldaban que las familias damnificadas se encontraban en condición de riesgo para la construcción de un plan habitacional en el referido terreno, fueron excluidos del antiguo proyecto sin explicación alguna.
“No entendemos la razón por la cual no fuimos tomados en cuenta, ya basta de burlas y falsas promesas, estamos dispuestos a quedarnos a las afueras de esta construcción hasta recibir respuestas concretas”, enfatizó.
Aunando en ello destacó, que están dispuestos a cancelar la cuota para financiar el apartamento bajo cualquier condición de pago. Aseguran que las 47 familias no abarcarían la totalidad de los inmuebles, puesto que la obra cuenta con 192 viviendas.
Mejor que un albergue
Pese a que duermen expuestos a la inseguridad, aseguran que el servicio prestado por la Guardia y Policía Nacional Bolivariana (GNB), ha sido permanente, incluso, ellos imparten normas de convivencia para así mantenerlos fuera de un ambiente de violencia.
María Carmen Méndez, manifestó preferir dormir en la calle que irse en un refugio. “De esos lugares se escuchan experiencias aberrantes, donde predomina la agresión, las violaciones sexuales y el mal vivir, por lo que prefiero estar aquí que ser víctima de esas vivencias que se escuchan decir”.
Mairy Chourio /mchourio@diariolavoz.net /@mairychourio