El deterioro de la salud de Chávez parece haber movilizado a sus simpatizantes en favor de los candidatos del oficialismo, lo que convierte a su vicepresidente Nicolás Maduro en un duro rival en caso de convocatoria a nuevas elecciones presidenciales
CARACAS. Por primera vez en años, el mote que le endilga el gobierno del presidente Hugo Chávez se hizo más patente que nunca: la oposición «escuálida» de votos consiguió apenas tres de las 23 gobernaciones venezolanas en los comicios regionales del domingo.
El deterioro de la salud de Chávez parece haber movilizado a sus simpatizantes en favor de los candidatos del oficialismo, lo que convierte a su vicepresidente Nicolás Maduro en un duro rival en caso de convocatoria a nuevas elecciones presidenciales.
Sin embargo, la transferencia del apoyo con que cuenta el mandatario a su eventual sucesor podría desvanecerse con el paso del tiempo, y además existe la duda de si Maduro sería capaz de mantener la unidad del partido chavista durante todo un sexenio presidencial.
En un acto en la jornada por un nuevo aniversario del fallecimiento del libertador Simón Bolívar, Maduro dijo a los reporteros al final de la ceremonia en Caracas que a pesar de que en algunos estados el partido chavista se dividió en candidaturas paralelas, se logró el triunfo.
«A las fuerzas revolucionarias del gran polo patriótico que de alguna manera en algunas estados lanzaron candidaturas paralelas y pusieron en peligro el triunfo de la revolución, ¿qué hubiera pasado si en esos estados se hubiera perdido? Debemos reflexionar y en esos estados donde hubo candidaturas paralelas tenemos que ir a un proceso de reunificación», dijo Maduro.
Añadió que «vamos a reunificar todas las fuerza patrióticas, revolucionarias… pasemos la página de los problemas que nos llevaron en algunos estados, que fueron afortunadamente pocos, a tener candidaturas paralelas, y por amor al pueblo, por amor a Chávez, vamos a unir nuestras fuerzas para las batallas que vienen».
Los opositores, de quienes Chávez destaca su flaca representación, perdieron bastiones clave como el estado petrolero de Zulia y el central de Carabobo.
La única piedra que sigue en el zapato del chavismo es Henrique Capriles, el líder opositor que ganó la relección en el estado central de Miranda, imponiéndose al candidato del gobierno y ex vicepresidente Elías Jaua.
Capriles venció en Petare, al este de Caracas, que con medio millón de habitantes es una de las mayores barriadas pobres de América Latina y un nicho fértil para el discurso oficial a favor de los menos favorecidos.
El ex vicepresidente «ofreció villas y castillos y la gente (en la barriada) no se lo creyó», dijo Lourdes Pérez, un ama de casa de 64 años, al salir de un pequeño abasto en Petare cargada de bolsas plásticas llenas de plátanos rumbo a su humilde casa sobre las colinas.
Pérez, una sonriente mujer apodada Lula, relató que recuerda a Jaua como el funcionario de Chávez que dirigió expropiaciones de empresas. «Hablar de expropiaciones es hablar de Jaua, el que te quita tu propiedad… y cómo puedes estar contento con eso».
«Lo mismo que me pasa a mí le pasa a mucha gente…por eso yo no lo quería» a Jaua, agregó la mujer, una figura menuda y robusta con el pelo teñido amarillo.
Con el mapa venezolano teñido de rojo, el color que tradicionalmente ha identificado a los seguidores del presidente Chávez, la gran pregunta ahora es qué hará la oposición venezolana para sobrevivir y enfrentar una eventual nueva elección presidencial.
Para el chavismo, el reto es el manejo de ese capital político y si podrá sostenerse indefinidamente.
Las razones de la derrota opositora, según analistas consultados por la AP, están principalmente en que la alta abstención favoreció a los candidatos del gobierno, que cuentan con la maquinaria para movilizar a sus simpatizantes. A ello se sumó la falta de un mensaje claro alternativo al chavismo, mientras la campaña oficialista centró en los últimos días su discurso en que una victoria sería el mejor regalo y medicina para Chávez, días después de que el mandatario se operase en Cuba del cáncer que lo aqueja desde 2011.
«Hay que revisar toda la estrategia» opositora, dijo Carlos Blanco, profesor de la Universidad Central de Venezuela. «Sería una pésima (estrategia) atribuir a los electores la culpa… Yo creo que en todo caso la dirección opositora debería plantearse por qué no logró no sólo reunir la misma cantidad de electores que reunió hace pocos meses, si no incrementarlos», agregó.
Esa revisión es necesaria porque «con tantas gobernaciones en las manos del PSUV (o Partido Socialista Unido de Venezuela) significa que las fuerzas del gobierno tendrán una fuerte maquinaria estatal en la eventualidad de una elección nacional» y por tanto mayores probabilidades de una nueva victoria, dijo Miguel Tinker Salas, profesor de estudios latinoamericanos del instituto Pomona, en California.
La discusión sobre nuevos comicios presidenciales luego de que Chávez se impuso a Capriles en la elección del 7 de octubre surgió casi inmediatamente después de que el 8 de diciembre el mandatario anunció al país en cadena de radio y televisión que habían reaparecido células cancerosas en la misma zona pélvica donde ya había sido operado tres veces en La Habana y adonde volvió aquella semana para una cuarta intervención.
Debido a que no se sabe cuándo podrá regresar Chávez a Venezuela, y si lo hará antes del 10 de enero cuando por normas constitucionales debe jurar al cargo frente a la Asamblea Nacional, la controversia quedó servida.
Si Chávez no puede asumir el cargo en enero, el gobierno queda en manos del presidente de la Asamblea Nacional, quien debe llamar a nuevas elecciones en 30 días.
En caso de que Chávez pueda asistir a la ceremonia de asunción, pero su estado de salud empeore, el cargo queda en manos del vicepresidente quien también debe llamar a nuevos comicios si la falta absoluta del mandatario se produce en los cuatro primeros años de los seis de mandato.
«En un período de 30 días después de que Chávez ya sea que esté incapacitado o muera, entonces el voto por simpatía y el fervor de la base chavista… será muy alto», dijo Cynthia Arnson, analista en el Centro Internacional Woodrow Wilson, en Washington. Pero en el caso de Maduro «no es una personalidad que necesariamente sea capaz de mantener la unión del partido (oficial) a lo largo de seis años» del período de gobierno, añadió.
En unas eventuales elecciones la ventana de 30 días es clave, aseguró Arnson. «Si fueran 90 días, habría la posibilidad de que algo de ese fervor emocional se haya reducido, pero en 30 días será un referéndum» por Chávez, destacó.
El chavismo tiene en el corto plazo la ventaja en una posible elección y los opositores el escenario más cuesta arriba, porque además llevan dos derrotas consecutivas, la presidencial y la de la víspera.
Chávez «tiene una conexión con sectores (sociales) que estaban olvidados, es indudable… pero recibe una renta petrolera que administra como le da la gana», recordó el consultor político Edgar Gutiérrez, al resaltar que una cosa es gobernar con bajos ingresos gracias a las exportaciones de crudo y una muy distinta disponer de entradas venta de crudo a más de 100 dólares por barril como ha disfrutado el gobierno durante algunos años.
Sin embargo, dado el descontrol del gasto, el país tiene un gigantesco déficit, estimado en 15% del PIB, y fuertes presiones en el mercado cambiario originadas por la merma en la entrega de dólares oficiales. En Venezuela rige un control en el cambio de divisas desde 2003 y la mayoría de los comentaristas anticipan que la presión del mercado junto al déficit obligarán al gobierno tomar medidas, quizá poco populares.
Con rostros largos y cansados, los opositores expresaron su pesar por la derrota del domingo.
«Es un golpe muy fuerte», dijo Ramón Guillermo Aveledo, secretario ejecutivo de la Mesa de la Unidad Democrática o la MUD, la coalición que agrupa a las organizaciones opositoras. «Nos dolió mucho», agregó en una entrevista el lunes temprano con el canal Globovisión.
Ahora «hay análisis que hacer (sobre) qué aptos o ineptos somos», dijo Aveledo.
La alta abstención jugó a favor del oficialismo, cuya maquinaria electoral esta perfectamente aceitada, no sólo porque moviliza a sus partidarios inscritos sino porque además es capaz de llevarlos en motos a los centros electorales, una práctica que el gobierno niega.
Pero el caudal de votos para ambos bandos se vio ampliamente mermado con respecto a las elecciones presidenciales de octubre: según los datos del Consejo Nacional Electoral, el chavismo obtuvo en los 23 estados 4,7 millones de boletas, lejos de los 8,1 millones de votos conseguidos por Chávez hace dos meses.
En las regionales, la oposición tuvo 3,8 millones de sufragios, también distante a sus 6,5 millones de votos obtenidos en octubre.
Pero más allá de la abstención, lo cierto es que la oposición no consiguió en una fría campaña animar a sus partidarios aún abatidos por la derrota de octubre, indicó a su turno Mariana Bacalao, profesora de opinión pública en la Universidad Católica Andrés Bello, en Caracas. «Hay una apatía, una sensación de fracaso… (la oposición) debe sentarse, replantearse cómo reinsertarse en esta nueva realidad» de un país cuyas gobernaciones están en manos del chavismo, dijo.
Un significativo retroceso
Para la oposición, los resultados electorales de este domingo representan un significativo retroceso en comparación con los comicios de 2008 cuando lograron hacerse de las gobernaciones de Zulia, Miranda y Carabobo, tres de los mayores colegios electorales del país.
Considerando que el oficialismo ya tiene un virtual candidato para los eventuales comicios, el vicepresidente Nicolás Maduro en quien Chávez delegó el poder político al marchar a Cuba, para la oposición resulta más urgente aglutinar sus fuerzas.
David Smilde, profesor de sociología de la Universidad de Georgia, dijo que los candidatos del presidente se vieron favorecidos por la incertidumbre de los venezolanos sobre el futuro del país sin Chávez y temerosos de perder los beneficios que han acumulado bajo su gobierno.
«Creo que con Chávez enfermo… los hace pensar cómo serían las cosas sin Chávez», dijo Smilde. «La gente está pensando en su propio interés», agregó.
AP